La psicología analítica está profundamente atravesada por la noción de polaridades complementarias. Para Jung, la vida psíquica se estructura en torno al ‘drama de los opuestos’, de cuya tensión emerge la energía para la maduración de la personalidad. Esta dinámica de aspectos polares abarca pares como consciente-inconsciente, masculino-femenino, introversión-extroversión, persona-sombra.
El Taoísmo chino es probablemente la tradición filosófica que más aportes nos ha brindado acerca de la complementariedad entre los opuestos constituyentes de la existencia a través de la popular imagen del Yin-Yang.
El Yin alude a lo frío, húmedo, receptivo, suave y oscuro, se asocia con lo femenino, con la tierra. El yang, por su parte, representa lo luminoso, el calor, lo seco, activo, duro y se vincula con lo masculino, con el cielo.
Para el taoísmo, esta polaridad está presente en todos los seres y fenómenos del universo manifestándose como un principio fundamental para la vida, el equilibrio y la transformación.
En el I Ching, libro sapiencial de la filosofía china que reúne enseñanzas tanto del taoísmo como del confucianismo —y que Jung consideró como un lenguaje simbólico del proceso de individuación, se menciona al respecto: “Las mutaciones se conciben aquí como un proceso de la naturaleza, casi idéntico a la vida. La vida se basa en los antagonismos polares de actividad y receptividad. Con ello se mantiene la tensión, cuyo balance se presenta en cada caso como mutación, como proceso vital. Si cesara este estado de tensión, este “declive”, no existiría ya ningún criterio aplicable a la vida; ésta ya no podría manifestarse. Por otra parte, asimismo, tales antagonismos polares, tales tensiones, vuelven a generarse siempre mediante las mutaciones de la vida. Si la vida ya no se manifestara más, también se borrarían los antagonismos debido a una paulatina entropía, y la consecuencia sería la muerte del universo”
En el libro Tipos Psicológicos Jung relaciona su noción de las polaridades psíquicas con la perspectiva taoista “Del poder del yang procede shen, la parte celeste del alma humana, y del poder del yin procede kwei, la parte terrena de esa misma alma. El hombre es lo mismo un microcosmos que quien opera la unión de los pares de opuestos…El Tao es el ser creador, engendrador como Padre, y procreadora como Madre. Es el principio y el fin de todos los seres. Quien concuerda en sus actos con el Tao, se hace uno con él”
La tensión de las polaridades como energía de transformación: soportando “el tirón”
En términos de energía —señala Jung—, la polaridad significa un potencial, y donde existe un potencial, existe la posibilidad de una corriente, un flujo de acontecimientos, porque la tensión de los opuestos lucha por el equilibrio.
En el libro La práctica de la psicoterapia, Jung destaca la importancia de la tensión entre los pares de opuestos como fuente de motivación, impulso vital y sentido existencial. “En cierta ocasión tuve una paciente muy rica que, cuando vino a verme, me dijo: ‘No sé qué piensa hacer conmigo, pero espero que pueda aportarme algo que no sea gris’. Y esto es exactamente lo que sería la vida de no existir los opuestos; en razón de ello, los pares de opuestos no deben entenderse como errores, sino como el origen de la vida. Pues lo mismo se aplica a la naturaleza. De no haber ninguna diferencia entre arriba y abajo, no podría caer agua alguna.”
El despliegue de la dinámica evolutiva de la psique exige entonces una actitud interior capaz de sostener la tensión entre los contrarios. Sin esta tensión viva entre las polaridades, la vida psíquica se estanca, se vuelve opaca, insípida y carente de vitalidad.
En el I Ching se reconoce igualmente el carácter dinamizador de los antagonismos como parte de la evolución del orden cósmico: “el antagonismo, que en su carácter de oposición polarizada dentro de una totalidad amplia se presenta por lo general como freno, por otra parte, cumple también funciones benignas e importantes. Los antagonismos entre Cielo y Tierra, espíritu y naturaleza, hombre y mujer, generan, gracias a su conciliación, la creación y procreación de la vida. En el mundo visible de los objetos, el antagonismo posibilita la separación en especies, mediante la cual se establece un orden en el mundo”
Las crisis y el conflicto como motor de transformación: en todo caos hay un orden secreto
Tanto en el I Ching como en la psicología junguiana, se propone que lo propicio y adecuado consiste en estar interiormente dispuestos a acompañar el flujo natural de la vida, reconocer sus ciclos, aceptar las crisis como umbrales de transformación y abrirnos a la incertidumbre, permitiendo que lo nuevo emerja del conflicto.
En El Libro Rojo, que —al igual que el I Ching— puede entenderse como una serie de imágenes vinculadas al proceso evolutivo de la psique, se afirma: “Los opuestos se abrazan, se miran a los ojos y se alternan unos con otros. Reconocen en el tortuoso placer su ser uno. Mi corazón está lleno de alborotada lucha. Las olas de una corriente oscura y una clara corren precipitándose unas en otras. Nunca antes sentí algo así”
En el I Ching, por su parte, se menciona : “Ningún llano al que no siga un declive, ninguna ida a la que no siga el retorno. Sin defecto es quien se mantiene perseverante frente al peligro. No te lamentes de esta verdad, disfruta la dicha que todavía posees. Todo lo terrenal está sujeto al cambio. Al florecimiento le sigue la decadencia. He aquí la ley eterna que rige sobre la tierra. Si bien puede hacerse que lo malo retroceda, no es posible eliminarlo en forma duradera. Volverá. Esta convicción podría provocar melancolía, pero es necesario que esto no suceda. Sólo ha de servir a fin de que uno no se deje encandilar por la dicha. Teniendo presente el peligro, uno perseverará y no cometerá ninguna falta”
En una de sus imágenes, el I Ching muestra que lo nuevo no nace por la ausencia de conflicto, sino precisamente a partir de él, como expresión de una tensión creativa que favorece la transformación.
“De un modo parecido a cómo durante una tempestad el trueno y la oscuridad de la cerrazón de las nubes preceden a la distensión, también en las condiciones humanas un tiempo de caos se adelanta a los tiempos de orden”
En la psicología junguiana, los síntomas psíquicos se comprenden como expresiones de conflictos no resueltos, verdades no asumidas o actitudes no integradas. Se plantea, por tanto, acoger el síntoma como una manifestación que nos interpela, que tiene algo que revelarnos y que ofrece una perspectiva compensatoria frente a la unilateralidad de la conciencia.
De la oposición a la afinidad, a la complementariedad: permitir que el mundo “gire”
En la naturaleza los opuestos cooperan y se complementan en lugar de anularse.
Cuando es de día o verano en la mitad del planeta, es de noche o invierno en la mitad opuesta. Los períodos de luz siguen a los períodos de oscuridad. La noche se define por la ausencia del día; el día por la ausencia de la noche, de lo anterior se desprende que uno no puede existir sin el otro.
Si, por ejemplo, la noche y el día se excluyeran mutuamente —si solo existiera uno de ellos—, la vida no sería posible. Es en el ritmo armónico entre ambos donde se gesta la condición necesaria para la existencia.
Las polaridades, para mantenerse vivas, necesitan armonizarse, comprenderse mutuamente y darse el tiempo necesario para que cada una cumpla su función. Su poder radica en energizar y transformar la vida, en hacer “que el mundo gire”. Para no desintegrarse ni volverse destructivas, deben alternarse rítmicamente, como un péndulo que oscila sin perder su centro. Sostener ese centro —un punto de conexión y afinidad entre los opuestos— permite que se relacionen de forma armónica.
A nivel psíquico, esto se traduce en no quedar atrapados en el pensamiento dicotómico del “uno o lo otro”, que fragmenta la experiencia, sino en sostener la tensión del “ambos”, de la paradoja, desde una perspectiva más integradora.
En el Libro Rojo menciona Jung “Cuando el Dios se vuelve viejo, se convierte en sombra, en sinsentido, desciende a lo inferior. La verdad más grande se convierte en la mentira más grande; el día más claro, en la noche más oscura. Tal como el día supone la noche y la noche el día, así el sentido supone el contrasentido, y el contrasentido el sentido. El día no es por sí mismo, la noche no es por sí misma. Lo real, que es por sí mismo, es el día y la noche. Por lo tanto, lo real es sentido y contrasentido. El mediodía es un instante, la medianoche es un instante, la mañana viene de la noche, el atardecer va hacia la noche, pero también el atardecer viene del día y la mañana va hacía el día. Por lo tanto, el sentido es un instante y un traspaso de contrasentido a contrasentido, y el contrasentido sólo un instante y un traspaso de sentido a sentido”
El I Ching revela también la alternancia rítmica de las polaridades y su mutua influencia como manifestación de lo adecuado
“Al irse el sol, llega la luna. Al irse la luna, llega el sol. El sol y la luna se turnan y así surge la luz. Cuando se va el frío llega el calor, cuando se va el calor llega el frío. El frío y el calor se turnan y así se completa el año. El pasado se contrae. El futuro se dilata. Contracción y dilatación se influyen recíprocamente y así surge lo que es propicio”
La desintegración: cuando la polaridad pierde el punto de vinculación
En los sistemas altamente polarizados, si no ocurre una transformación profunda que restaure el equilibrio, estos tienden a colapsar, volviéndose inviables.
La polarización, por tanto, no es solo una fuerza creativa: también encierra un potencial destructivo capaz de aniquilar un sistema cuando se rompe la posibilidad de integración.
En el I Ching se menciona “Cuando Cielo y Tierra carecen de unión entre sí, se estanca la vida en la naturaleza. Cuándo superiores e inferiores carecen de unión entre sí, se estanca la vida estatal y social. Adentro, en el centro, debiera hallarse la luz, pero en su lugar están allí las sombras y la luz se ve desplazada hacia afuera”
La psicoterapia junguiana busca favorecer los mecanismos intrínsecos de la psique que tienden hacia la homeostasis, es decir, hacia el equilibrio interno del organismo. Para ello, pone en evidencia las unilateralidades de la conciencia, destaca las compensaciones del inconsciente y promueve la integración de los opuestos en una totalidad más abarcadora, de modo que la persona pueda colaborar conscientemente con la dinámica madurativa y sanadora de la psique, o al menos, no obstaculizarla
Varios hexagramas del I Ching hacen referencia a momentos de fragmentación o a un exceso que conlleva a la ruptura, entre ellos el 23, Po (Desintegración); el 29, K’an (Lo Abismal); y el 43, Kuai (El Desbordamiento)
En el hexagrama 43 se indican las medidas que pueden adoptarse para evitar o reducir desequilibrios desbordantes, cuando ello es posible. “La indiferencia y la inercia que han conducido al estado de corrupción deben ser reemplazadas por la decisión y la energía, a fin de que un nuevo comienzo pueda suceder a la terminación de tal estado”.
En contraste, en el hexagrama 23, la línea inferior refleja la inevitabilidad del colapso: “El lecho se desintegra por la base. Los destructores actúan en lo más profundo. Desventura”
El castigo al exceso: la hybris, dragón soberbio tendrá que arrepentirse, lo titánico como desmesura
El I Ching advierte que, cuando las polaridades pierden su punto de vinculación, ello conduce inevitablemente a la desventura y al desastre “las cosas ocurren de tal modo que, cuando aquello que guarda entre sí una relación íntima no armoniza, la consecuencia es la desventura, de la cual derivan el perjuicio, el arrepentimiento y la humillación. Las relaciones íntimas consisten en la relación de correspondencia y de solidaridad que observan entre sí determinados trazos. Según éstos se atraigan o se rechacen mutuamente en el caso dado, la consecuencia será ventura o desventura con todas sus graduaciones”
El analista López Pedraza, pionero de la psicología arquetipal, resalta como colectivamente estamos atravesados por una actitud “titánica” que se manifiesta como una sobreidentificación y sobre valoración del ego, de la consciencia, la velocidad, el crecimiento y lo empírico; menospreciando en la misma medida, lo inconsciente, lo simbólico, la emocionalidad, el cuerpo y la naturaleza, que son considerados como algo inferior.
Lo Titánico evoca la imagen de la desmesura y la soberbia relacionadas con la fantasía infantil colectiva que anhela la experiencia de lo ilimitado, lo eterno y lo todo posible. Esta visión de mundo pretende suprimir el sufrimiento, la debilidad, la enfermedad y la muerte; convocandonos a una búsqueda constante de entretenimiento anestesiante, a un consumo insaciable por lo novedoso, a una obsesión por el éxito y a un anhelo adictivo por la perfección.
Esta ‘actitud triunfalista’, dice López-Pedraza altera el ritmo de la vida humana, promueve la superficialidad y una vivencia trepidante del tiempo que no deja momentos para la reflexión y la contemplación. Se privilegia entonces la imagen literalizada y superficial sobre la imagen simbólica, profunda y dinámica.
El I Ching ensalza la modestia y la mesura como cualidades esenciales para mantener la armonía del proceso vital. En cambio, la soberbia y el exceso son vistos como desvíos que rompen el equilibrio y abren la puerta al infortunio. Así lo expresa el texto con claridad simbólica: “El dragón soberbio tendrá que arrepentirse. Todo lo que se lleva hasta el extremo conduce a la desventura.
El camino del medio: el comienzo de la larga vía, nada en exceso
El Taoísmo enseña que la armonía se alcanza siguiendo el Camino del Medio, que consiste en vivir de forma equilibrada, sin forzar ni resistirse a los ritmos naturales.
En vez de adherirse a extremos —rigidez o indulgencia, exceso o carencia—, el Taoísmo propone fluir con el Tao, el orden natural de las cosas, cultivando la flexibilidad, la sencillez y la moderación.
Jung planteó la necesidad de atender y dialogar con las imágenes y energías del inconsciente, acogiendo lo que surge sin reprimir ni identificarse totalmente con ello.
En el Libro Rojo menciona el camino del medio como el comienzo de la larga via, del proceso de individuación “El Dios aparece en múltiples formas; pues, cuando emerge, tiene algo en sí de la índole de la noche y de las aguas nocturnas, en las que se sumergió y en las que en la última hora de la noche luchó por su renovación. Por eso, su aparición es conflictiva y ambigua, es más, es incluso desgarradora para el corazón y el entendimiento. El Dios en su emerger me llama hacia la derecha y hacia la izquierda, de ambos lados me resuena su llamado. Pero el Dios no quiere ni lo uno ni lo otro. Él quiere el camino del medio. Pero el medio es el comienzo de la larga vía.
La paradoja como camino
Para la psicología junguiana el desarrollo de la conciencia, la madurez de la personalidad se encuentra relacionado con la capacidad de asumir paradojas cada vez de una mayor complejidad; de poder percibir la unidad que subyace a las polaridades; lo uno y lo otro relativos e interdependientes.
No se trata de si lo uno o lo otro es lo correcto o adecuado, sino de cuándo, dónde y cómo lo es cada uno de ellos. No hay correcto o incorrecto, bueno o malo absolutos en ninguno de los aspectos de una polaridad. Sólo hay equilibrio o desequilibrio. Lo anterior está relacionado con lo que algunas tradiciones filosóficas o espirituales nombran como trascender la ilusión de la dualidad.
En una de la entrevistas que le realizaron Jung mencionó al respecto «Nosotros también debemos ser una paradoja, porque solo entonces vivimos nuestras vidas, solo entonces alcanzamos la integridad y la integración de nuestras personalidades. Estar completo es estar lleno de contradicciones…La unidad nunca se hace evidente porque los opuestos dentro de nosotros operan y se mezclan de varias maneras y es su interacción lo que hace al hombre completo…Lo que se muestra siempre es paradójico, por lo que no hay una imagen uniforme de la personalidad…Las biografías parecen tan irreales porque intentan dar una imagen coherente de la personalidad de alguien…La imagen es veraz solo cuando es ambigua y paradójica..Por eso también podemos decir que la duda es un estado más elevado que la certeza. Quien duda puede ver ambas posibilidades. Es agradable para nosotros cuando se alcanza la certeza, pero no debe durar demasiado porque la certeza no es la vida ”.
En varios pasajes del Tao Te Ching está presente la imagen de la paradoja
“Nada hay en el mundo más blando y débil que el agua, mas nada la supera en vencer a lo recio y duro,pues nada en ello puede ocupar su lugar.
Lo débil vence a lo fuerte, lo blando vence a lo duro;nadie en el mundo lo ignora, mas en el mundo nadie es capaz de atenerse a ello.
La compensación: la corrección de la unilateralidad, la psique como sistema enandrotópico
Jung se refirió a la ‘enandrotropía’ para describir la tendencia natural de la psique a orientarse hacia lo contrario como vía de compensación y crecimiento. La búsqueda de la corrección de los desequilibrios es una ley que afecta diversidad de fenómenos que actúan de manera sistémica.
Para Jung, los sueños, las fantasías, los síntomas psíquicos, son los modos en que se promueve la compensación, la maduración y el equilibrio interno en los individuos.
Jung planteó además que la corrección de la unilateralidad psíquica puede darse igualmente a partir de lo que podría denominarse como circunstancias sintomáticas en el mundo externo. “La regla psicológica dice que cuando una situación interna no se hace consciente, sucede afuera, como destino. Es decir, cuando el individuo no se vuelve consciente de su opuesto interno, el mundo debe forzosamente representar el conflicto y dividirse en mitades opuestas”
Para el Taoísmo “La felicidad se apoya en la desgracia, la desgracia se esconde en la felicidad..El movimiento del Tao es volverse en su contrario”
En el I Ching se menciona al respecto “En medio de la tierra hay una montaña: la imagen de La Modestia. Así disminuye el noble lo que está de más y aumenta lo que está de menos. Sopesa las cosas y las iguala. La tierra, en cuyo interior se oculta una montaña, no ostenta su riqueza, pues la altura de la montaña sirve para compensación de las hondonadas y cavidades. Así se complementan lo alto y lo profundo, y el resultado es la llanura. Éste es el símbolo de la modestia.. Así procede el noble cuando establece el orden sobre la tierra. Él compensa los opuestos sociales que son fuente de desunión, de falta de paz, y crea con ello condiciones justas y llanas”
En algunos hexagramas puede inferirse un mecanismo de compensación y corrección frente a las unilateralidades, especialmente cuando hay una identificación excesiva con ciertos aspectos de la existencia.
“Soberbia significa que uno sabe cómo avanzar impulsivamente, mas no cómo retirarse; que uno solo conoce la persistencia mas no la decadencia; que uno solo sabe algo de la ganancia pero nada de la pérdida. Sólo el santo es el que sabe cómo avanzar con impulso y cómo retirarse, cómo retener y cómo desistir, sin que se reduzca su recta índole. ¡Esto sólo lo puede el santo!”
La ley de la Tierra es modificar lo lleno y afluir hacia lo modesto: las altas montañas son derruidas por las aguas y los valles se rellenan. La ley de los poderes del sino es dañar lo lleno y dispensar la dicha a lo modesto. Y también los hombres odian lo lleno y aman lo modesto.
Los destinos se guían por leyes fijas que actúan y se cumplen con necesariedad
Otros hexagramas relacionados con la corrección de las unilateralidades son el 31, Hsien (La Influencia), que invita a la apertura y la sensibilidad hacia el otro; el 4, Meng (La Necesidad Juvenil), que señala la importancia del aprendizaje y la guía en etapas tempranas para corregir errores; el 2, K’un (Lo Receptivo), que representa la actitud de aceptación y flexibilidad para integrar aspectos rechazados o ignorados; el 41, Sun (La Merma), que sugiere la reducción consciente de lo excesivo para restaurar el equilibrio; el 15, Ch’ien (La Modestia), que enfatiza la importancia de la humildad y la medida para evitar los excesos; y el 36, Ming I (La Preponderancia de lo Pequeño), que enseña a reconocer y valorar lo pequeño para corregir desbalances y evitar la arrogancia de lo grandioso
La batalla interior: la confrontación con la sombra, la integración de las polaridades proyectadas
El camino del autoconocimiento y la maduración de la personalidad nos conduce, inevitablemente, a confrontarnos con la Sombra: a dialogar con lo que hemos rechazado, a cuestionar nuestras proyecciones, a entrar en conflicto con lo inconsciente y a asumir, con honestidad, la batalla interior que ello supone.
En el Libro Rojo se menciona “Por lo tanto, el sendero de mi vida me condujo ciertamente por los opuestos repudiados que estaban juntos delante de mí en un camino llano y, ¡ay!, tan doloroso. Los pisé pero quemaron y helaron mis suelas. Y así llegué al otro lado. Pero el veneno de la serpiente a la que le aplastas la cabeza penetra en ti por la picadura en el talón y así la serpiente se torna para ti más peligrosa de lo que era antes. Pues lo que repudio también está, por cierto, en mi naturaleza. Pensé que estaba afuera y por eso creí poder destruirlo. Pero está en mí y sólo temporariamente ha tomado una forma externa y me ha enfrentado. Yo destruí su forma y creí haber sido un conquistador. Pero aún no me he superado. El opuesto externo es una imagen de mi opuesto interno. Cuando he reconocido esto, callo y pienso en el abismo del antagonismo en mi alma. Los opuestos externos son fáciles de superar. Ellos ciertamente existen pero, a pesar de eso, puedes estar de acuerdo contigo mismo. Por cierto, quemarán y helarán tus suelas, pero sólo tus suelas. Duele, pero continúas y miras hacia metas lejanas”
La sombra no abarca únicamente aquellos aspectos considerados socialmente negativos, sino también cualidades positivas que han permanecido latentes, reprimidas o no suficientemente valoradas en el entorno en el que crecimos. Así, tanto lo luminoso como lo oscuro, si han sido rechazados o ignorados por la conciencia, pueden formar parte del contenido sombrío.
El «mal», lo indeseable, lo no reconocido, se suele ubicar, a partir del mecanismo de la proyección, en grupos externos, como los migrantes, minorías étnicas, religiosas o culturales e incluso en naciones vecinas.
Para Jung lo que nos impulsa a realizar la necesaria guerra interna es el reconocimiento de que nos habitan diferentes tendencias, que se comportan como dos personas que se oponente entre si “El conflicto puede darse entre el hombre sensual y el espiritual, o entre el ego y la sombra. Es lo que Fausto quiere decir cuando dice: «Dos almas, ¡ay!, habitan separadamente en mi pecho». Una neurosis es una disociación de la personalidad”.
En este pasaje del I Ching se reconoce el valor de asumir como propias las proyecciones, de confrontar la propia sombra y de librar la batalla interior que exige la maduración de la personalidad: “Únicamente cuando uno tiene el valor necesario para hacer marchar sus ejércitos contra sí mismo, podrá realizarse algo vigoroso”.
Psicólogo Clínico – Psicoterapeuta Junguiano
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