La humanidad en crisis de la mitad de la vida:  el surgimiento  de una nueva perspectiva

                                       “..y escucho entonces, la tierra llora…

                      La era está pariendo un corazón, no puede más, 

                         se muere de dolor.. Y hay que acudir corriendo

                          pues se cae, el porvenir…” 

Silvio Rodrigues

» Se podría decir que el mundo entero

 con su agitación y su miseria 

se encuentra en un proceso de individuación»

 Carl Jung 

Se plantea  desde la perspectiva  de la psicología junguiana que la psique se encuentra  inmersa en un proceso permanente de transformación, de complejización y evolución, en el que se promueve el paulatino despliegue del mayor potencial  singular de la personalidad del individuo. 

Esta tendencia  a desarrollar nuestro ser más auténtico fue denominado por Jung como   proceso de individuación.  Es un concepto relacionado con el autodescubrimiento y la autorrealización. Tiene que ver con el despliegue de nuestra vocación, de nuestro particular llamado, de nuestro aporte singular al mundo.  

Jung  enfatizó que el proceso de individuación no es un camino lineal sino más bien se acerca a la imagen del espiral. Cada etapa  o nivel de complejización se ve catapultado por las circunstancias críticas que atravesamos a lo largo de la vida que nos  promueven un nuevo modo de ser, una actualización de la personalidad. 

La narración mítica del viaje del héroe, que se encuentra en la estructura de muchas historias antiguas y contemporáneas (nacimiento humilde y milagroso, llamado a una misión, pruebas, encuentro con  aliados y adversarios, lucha  contra el mal, descenso a los infiernos, encuentro del tesoro, matrimonio con la princesa etc.) es  para Jung, una manifestación simbólica de este proceso de transformación psíquica al que todos estamos convocados en el transcurso de la vida.  Este monomito fue descrito con minuciosidad por el mitólogo norteamericano Joseph Campbell.

Desde la perspectiva junguiana se  plantea que la humanidad como un todo se encuentra  también un proceso de individuación, esto es,  en un camino de transformación  y evolución de la consciencia, en el que se va desplegando  un orden  o  un sistema de funcionamiento colectivo cada vez más complejo e integral. 

El desarrollo de la consciencia colectiva se ve catapultado por fenómenos críticos como  guerras o revoluciones, epidemias, descubrimientos revolucionarios o movimientos sociales que permiten la emergencia de  perspectivas o paradigmas radicalmente diferentes a los que les antecedieron. 

La crisis de la mitad de la vida: el llamado a la aventura

La psicología junguiana resalta que la primera mitad de la vida está encaminada hacia el crecimiento y el cumplimiento de las metas exteriores del individuo.  A satisfacer —desde la particularidad del contexto de cada persona— con las expectativas sociales de éxito y progreso. 

En esta primera parte del camino de la vida predomina un movimiento expansivo, hacia el exterior, dirigido a  la conquista de un lugar en el mundo. Sin embargo, llega un momento —que se suele ubicar entre los 35 a 50 años—, en el que la búsqueda de las metas exteriores deja de ser una prioridad, un momento en que lo convencional deja de ser satisfactorio.

A este periodo se le suele denominar como la “crisis de la mitad de la vida” y es para muchas personas uno de los principales factores promotores de maduración.  Así, bien sea porque sucede algo que nos impide seguir con nuestra vida de la misma manera —enfermedad, cambio en las condiciones del trabajo, despido, separación—, o por un sentimiento interno de insatisfacción, emerge la necesidad de replantearnos lo que hemos hecho de nuestras vidas hasta ese momento. Ni el trabajo exitoso, ni el dinero, ni la bonita familia que hemos construido nos resultan satisfactorios y emerge la búsqueda “de algo más”.

Como parte de la crisis de la segunda mitad de la vida, la persona comienza a experimentar una sensación de vacío o falta de significado,  esta es una de las manifestaciones  de lo que Jung nombró como  «la llamada del Self o del Sí Mismo» que nos apremia para abandonar el mundo conocido que ya resulta insatisfactorio.  

El Sí Mismo es el arquetipo central, el factor interno que promueve la transformación psíquica, la conciliación de las polaridades que nos habitan, la evolución de la personalidad.

La llamada del Sí Mismo puede interpretarse  como una convocatoria para una transformación radical de la personalidad, en la que el individuo cuestiona su identidad anterior, sus elecciones, su propósito en la vida, sus prioridades. 

Civilización en transición 

Nos encontramos como humanidad en un momento crucial de nuestra historia en el que las circunstancias políticas, económicas y sobre todo las ecológicas pueden llegar a producir un colapso en diferentes niveles.  Se plantea  desde diversas perspectivas  que las circunstancias exigen un replanteamiento radical de nuestro funcionamiento colectivo en múltiples ámbitos, de manera similar a lo que sucede en la crisis de la mitad de la vida en un individuo. 

Desde la perspectiva de la psicología junguiana se considera que como parte del desarrollo de la consciencia colectiva se ha llevado a cabo un paulatino distanciamiento de lo inconsciente y  de la naturaleza.  Lo anterior ha conducido a una inevitable sobre identificación con la racionalidad y el progreso; a un endiosamiento de la consciencia en detrimento de los aspectos inconscientes. A una soberbia y una rapacidad que se expresa  como una  relación instrumental, explotadora y abusiva con todo aquello que se le relaciona simbólicamente con lo femenino: la naturaleza, el cuerpo, la imaginación. Desde la perspectiva patriarcal lo femenino es percibido como el  aspecto bárbaro, hostil y caótico que necesita ser sometido y reprimido. 

Para Jung, el alejamiento de la perspectiva simbólica propia de nuestra civilización  ha generado  un desequilibrio, una  crisis colectiva que exige la transformación de principios y símbolos básicos. Lo anterior se manifiesta como un estado de escisión, de fragmentación, de desorientación, que es a la vez síntoma y expresión de la transición a un nuevo orden.  Para Jung un futuro que no encaja en el marco de lo conocido se encuentra presionando la puerta. 

 A partir de mecanismos de autorregulación y compensación se promueve entonces la expresión de los aspectos reprimidos, excluidos y  no vivenciados. Desde la perspectiva junguiana los síntomas se abordan metafóricamente como el reclamo furioso de un dios exiliado, de un factor interno que ha sido denostado.  

El llamado del cuerpo-naturaleza

Un elemento catalizador para la crisis de la mitad de la vida es nuestra relación con el cuerpo. Este es un elemento implacable para recordarnos que los años no pasan en vano. Con el paso del tiempo es imposible ignorar que ya no se resisten largas y extenuantes jornadas de trabajo, ni tampoco largas y abundantes jornadas de ocio; los excesos se suelen pagar más caro. Se nos exige entonces un cambio de vida  introduciendo hábitos más equilibrados.

El deterioro del cuerpo es también un  golpe para la vanidad. El percatarse de que cada vez se resulta menos atractivo o atractiva físicamente según los criterios predominantes, nos exige empezar a construir nuevos valores de relación hacia nosotros mismos y con los demás, a despertar la sensibilidad por bellezas más sutiles, menos evidentes.   

El cuerpo colectivo, es  el planeta, la naturaleza.   La actividad humana en los siglos recientes ha alterado la capacidad  de autorregulación y regeneración del planeta  provocando una grave crisis ambiental que se manifiesta en temperaturas extremas, intensificación de inundaciones y de incendios forestales, y en la pérdida creciente de la biodiversidad.

Estas manifestaciones de desequilibrio nos están exigiendo cambios radicales en hábitos y actitudes (modos de producción y consumo) más sostenibles y respetuosos con la naturaleza.

El rechazo del llamado

Una de las primeras reacciones ante la convocatoria para iniciar el viaje heroico de transformación es, en palabras de Campbell, el rechazo de la llamada.

A nivel individual nos vemos tentados a procurar borrar con cirugías o artilugios las huellas del paso de los años. Podemos quizás desatender las señales del cuerpo para cambiar  hábitos que están perjudicando nuestra salud.  

 El rechazo del llamado inevitablemente conlleva a que finalmente la obstinada realidad se imponga y nos veamos en la necesidad de  asumir aquello que hemos procurado evitar. Jung planteó en este sentido  que lo que lo que negamos nos somete y lo que aceptamos nos transforma. 

A nivel colectivo podemos rechazar el llamado a reconciliarnos con la naturaleza de la que hacemos parte,  manteniendo la actitud de soberbia que  sostiene que el avance de los conocimientos científicos  y de la tecnología van  a conseguir paliar todos los efectos adversos del modelo productivo y de consumo.

Rechazamos el llamado también cuando optamos por mantenernos en la inercia del estilo de vida predominante minimizando o deslegitimado los datos alarmantes que ponen en evidencia la necesidad de los cambios profundos en diferentes ámbitos. 

Podemos también caer en una nostalgia paralizante añorando el mundo desvanecido sin realizar las acciones necesarias para la construcción del mundo venidero o incluso intensificando las conductas destructivas como una sobre anticipación del duelo por venir.  

Estas tres actitudes son formas de negación. La negación procura mantener nuestra propia imagen, nos protege transitoriamente del sufrimiento y nos evita la confrontación con la situación amenazante  con los sacrificios y  desafíos que puede conllevar. 

Se propone que la crisis ambiental es difícil de aceptar principalmente por dos factores. Primero, porque significa aceptar una amenaza potencialmente aniquiladora y segundo, porque implica comprometerse con grandes cambios en el estilo de vida

 Más allá del héroe solar

La primera etapa de la vida está relacionada con la fuerza de voluntad, la conquista de la naturaleza, con la luz, con la racionalidad, con el desarrollo lineal, se le asocia  simbólicamente con el héroe solar, con el desarrollo de la individualidad.  La segunda etapa de la vida se encuentra relacionada con la Luna, con las sombras, con las vulnerabilidades, con la intuición, con el cuidado, con  los ciclos, con lo femenino arquetípico.  

La fuerte luz del sol nos permite reconocer lo que nos diferencia. Las tenues sombras de la luna nos permiten vislumbrar los hilos que nos vinculan como una  unidad. El Sol representa la verdad equivoca y excluyente. La perspectiva  lunar nos invita a asumir la incertidumbre, a abrazar  paradojas, a construir modelos sostenibles a largo plazo basados en la colaboración y en el reconocimiento de la interdependencia colectiva,  no sólo entre los seres humanos sino entre los seres humanos y el resto de expresiones  de la  naturaleza.

La consciencia de muerte: del crecimiento a la profundidad

En la juventud nos sentimos eternos, la muerte es algo que solo les sucede a los otros. En esa etapa de la vida el sentido de eternidad nos brinda el ímpetu y la energía para aventurarnos por emprendimientos para los que quizás sea necesaria esa ilusión. Sin embargo, la energía del cuerpo se merma, nos sucede una enfermedad, un accidente  o la muerte de nuestros padres, y emerge la reflexión y la consciencia  de nuestra propia finitud. 

Como colectivo la ilusión de eternidad y omnipotencia nos ha permitido desarrollos tecnológicos y científicos que han promovido beneficios importantes para  la humanidad, para el bienestar y la salud de las personas. Sin embargo, la embriaguez en la  ilusión de eternidad ha generado que actuáramos como si el agua, los bosques y el aire respirable fueran infinitos. Nos ha conducido también a rechazar la muerte y la enfermedad como parte inherente de la complejidad y autorregulación de la existencia.    

Culturalmente hay una fuerte identificación con la juventud, con la negación del paso del tiempo y con el inevitable deterioro y finitud del cuerpo. Las redes sociales han intensificado el culto a esta imagen, con filtros y efectos para eliminar las señales del paso del tiempo. 

Continuamente muchas personas literalmente mueren por accidentes relacionados con la búsqueda de la imagen más llamativa. Hay investigaciones que apuntan a que para muchas personas resulta más gratificante la aprobación en términos de “likes” o “followers” en sus fotografías, que la misma experiencia de sus viajes o de los momentos que comparten. Esa aprobación cuantificable se puede volver adictiva.    

El culto al crecimiento indefinido resulta problemático en el individuo no solo a nivel psíquico sino también a nivel biológico. Si hay células que siguen creciendo cuando el cuerpo ha llegado a su tope de crecimiento, sólo pueden considerarse como tumores —cuando no cáncer—. No hay nada positivo en seguir creciendo cuando ya no corresponde.  Colectivamente la identificación con el crecimiento y el progreso está generando estragos imposibles de obviar.  

El sacrificio y la muerte simbólica

Para dar lugar a una nueva perspectiva colectiva, se necesita una transformación radical en nuestra manera de pensar y sentir, lo que se conoce en psicología junguiana como una «muerte simbólica».

Nos encontramos entonces, como civilización, en un momento crucial en la que resulta impostergable para la supervivencia  deponer la arrogante y  soberbia actitud que nos ubica a los seres  humanos como separados de la naturaleza, en lugar de incrustados en ella.

 Esto significa dejar ir los valores y creencias que nos mantienen atrapados en patrones destructivos y abrazar nuevas formas de relacionarnos con nosotros mismos, con los demás y con el mundo natural. 

El héroe  sacrifica sus intereses individuales inmediatos y de cierta manera infantiles por un bien superior, por un interés común. En términos junguianos pasamos  de estar centrados en nuestro ego consciente  a escuchar y responder a las necesidades de lo inconsciente arquetípico que posee la sabiduría acumulada de la naturaleza en millones de años. 

Aspectos  como la competencia extrema, el consumismo desenfrenado, la deshumanización del otro, la sobrevaloración del éxito, de la riqueza, y  del crecimiento; así como  el ansia obsesiva  por lo nuevo,  la rapidez y   los resultados, necesitan ser sacrificados para dar lugar a nuevos principios más integrales, menos unilaterales. 

El mundo por venir

La crisis climática  se puede interpretar entonces como un rito iniciático que está promoviendo  un aumento de la conciencia ecológica colectiva, que implica asumir ciertos sacrificios, un cambio de valores y prioridades.

Es el caso por ejemplo de  los viajes aéreos, que es una de las formas de movilizarse con más huella ambiental.  Estos suelen ser considerados como un elemento de estatus  y valoración para la clase media, sin embargo esta consideración  ha comenzando a  transformarse y en algunos países se ha comenzando hablar de los “viajes vergüenza”. El ocio relacionado con el maltrato animal también cada vez más es considerado de manera colectiva como algo retrógrado y poco consciente. 

Actualmente nos encontramos en la etapa liminal  del rito de paso, en la que todavía no se ha desvanecido el mundo caduco y aun no acabo de emerger el venidero. Lo anterior implica  transitar por grandes dosis de incertidumbre, desorientación y desconcierto. 

Los estados de caos e incertidumbres además de ser generadoras de ansiedad, también   suelen ser propicias para la activación de la imaginación y creatividad. Hay personas que en la mitad de la vida consiguen recuperar pasiones o talentos que habían dejado atrás, o se deciden a cambiar de profesión o de pareja, a tener hijos si no lo habían hecho. 

Las situaciones de caos, diluyen estructuras y permiten la construcción de unas nuevas. La desintegración posibilita la síntesis, el desorden se constituye en  el germen de un nuevo orden.

 A nivel colectivo hay  una creciente inquietud de personas y colectivos por modos de producción y consumo más consciente en diferentes ámbitos :  en la moda, en la agricultura, en el uso de la tecnología, en los viajes.  

Desde la perspectiva junguiana se considera que se  nos está promoviendo como humanidad, el despliegue  de una masculinidad madura, que no se relacione con lo femenino de manera instrumental o de sometimiento sino de complementariedad. De igual manera se nos está incitando al despliegue de  una feminidad madura que no se relacione con lo masculino como salvador o verdugo sino como una alteridad con la que es posible danzar, afectarse y nutrirse recíprocamente.

Daniel Ulloa Quevedo

Psicólogo Clínico – Psicoterapeuta Junguiano

Contacto

Referencias bibliográficas

Campbell, Joseph. 1959. El héroe de las mil caras. México: Fondo de Cultura Económica.

Dowd, A. (2022) Vanishing acts: the crisis of our loss of kinship with the more-than-human world. J Anal Psychol, 67: 1270– 1295. https://doi.org/10.1111/1468-5922.12863.

Fellows, A. (2022) Gaia, psyche and deep ecology. J Anal Psychol, 67: 1232– 1256. https://doi.org/10.1111/1468-5922.12858.

Foster, S. J. (2022) Eco-anxiety in everyday life: facing the anxiety and fear of a degraded Earth in analytic work. J Anal Psychol, 67: 1363– 1385. https://doi.org/10.1111/1468-5922.12860.

GALLAND, C. (2007). Longing for darkness: Tara and the Black Madonna, a ten-year journey. New York, N.Y., Penguin Books.

JUNG, C. G. (1990). Las relaciones entre el Yo y el Inconsciente. Barcelona: Editorial Paidós. 

JUNG, C. G. (1991). Arquetipos e Inconsciente Colectivo. Barcelona: Editorial Paidós 

JUNG, C.. G(1998). Símbolos de transformación. Barcelona  Paidós.

JUNG, C. G. (2014). Civilización en transición. Volumen 10, Volumen 10.

Murdock, Maureen. 1993. Ser mujer: un viaje heroico. Madrid: GAIA.

NEUMANN, E. (1994). The fear of the feminine and other essays on feminine psychology. Princeton, N.J., Princeton University Press.

NEUMANN,  E (2015). Los orígenes e historia de la conciencia. Traducción Juan Brambilla Vega. Editorial Traducciones Junguianas. ISBN 9786124745317.

PANU, Pihkala. «Anxiety and the ecological crisis: An analysis of eco-anxiety and climate anxiety.» Sustainability 12.19 (2020): 7836.

Rozuel, C., and Bellehumeur, C. R. (2022) Contextualizing eco-anxiety and eco-anger: tentative responses to visceral and numinous emotions. J Anal Psychol, 67: 1431– 1451. https://doi.org/10.1111/1468-5922.12870.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s