“Peregrinaje, Peregrino y Camino no son otro que Yo yendo hacia Mí mismo”
Farid Ud-Din Attar
El cine y la psicología junguiana fueron creados en fechas cercanas, a comienzos del Siglo XX. Ambos pueden considerarse como espacios en los que el ámbito de lo imaginario -en el que se incluyen los sueños, los mitos y la fantasía – ha conseguido pervivir como un elemento legítimo y necesario para el acercamiento a la comprensión de la condición humana.
La valoración del mundo sutil de la imaginación y el arte contrasta con el desprecio y desdén con el que es contemplado desde la perspectiva unidimensional, racionalista y mecanicista que se encumbró en la modernidad.
Cuando se apaga la luz y se enciende la pantalla, cuando dormimos y emergen las imágenes de nuestros sueños, accedemos a un mundo fantástico donde la literalidad se ve sustituida por el simbolismo. Un ámbito en el que el tiempo y el espacio se relativizan y la solidez del mundo de la vigilia se difumina.
El mundo onírico ha sido asociado con el inframundo, con el mundo de los muertos. Se le ha considerado igualmente el territorio de los aún no nacidos. También, como el medio en el que la divinidad se manifiesta a través de entes angélicos
Para la psicología junguiana el cine y los sueños son la expresión de una realidad imaginativa que es operante en tanto tiene la capacidad de transformar, de incitar emociones, reflexión y la propia imaginación.
Para Jung los sueños son «una pequeña puerta oculta en los recovecos más íntimos y secretos del alma, la cual se abre a esa noche cósmica que era psique mucho antes de haber ninguna conciencia del yo, y que seguirá siendo psique no importa hasta donde se extienda nuestra conciencia del yo”
Los sueños y lo inconsciente colectivo
El trabajo con los sueños se constituye como una de las una de las principales herramientas del proceso psicoterapéutico desde la perspectiva junguiana ya que son considerados como una expresión simbólica de los movimientos de la psique.
Se concibe a la psique como inmersa en un proceso permanente de transformación y evolución. Este proceso de maduración, denominado por Jung como proceso de individuación, se ve catapultado por las diferentes circunstancias que atravesamos a lo largo de la vida. Se le atribuye a la psique una tendencia intrínseca a desarrollar estructuras cada vez más complejas e integrales.
Motivos relacionados con este proceso de transformación y refinamiento de la personalidad, se encuentran presentes en las imágenes de los sueños, en los mitos y leyendas de todas las culturas. También en los cuentos de hadas, en las historias del cine, en la literatura, en los tratados alquímicos, en los delirios y alucinaciones de las personas que se encuentran en estados alterados de consciencia.
La constancia de ciertos motivos de imágenes que emergen espontáneamente en todo tiempo y lugar condujo a Jung a plantear la existencia de un estrato psíquico común a toda la humanidad, del que surge toda la actividad creadora, al que denominó lo Inconsciente Colectivo.
Es relevante en este sentido como incluso el más simple de los sueños puede llegar a generarnos fascinación por la complejidad y belleza de sus historias, por los juegos creativos que contiene o la multiplicidad de referencias que incluye.
Los sueños nos acontecen, no son producto de la voluntad del ego consciente por lo tanto nos pueden brindar una información objetiva acerca del suceder psíquico. Para un terapeuta pueden corresponder de cierta manera a lo que para un médico son los resultados de las analíticas de sangre o de orina de sus pacientes.
Lo que se encuentra en el aire
Los mitos o el cine pueden ser contemplados desde la perspectiva junguiana como sueños colectivos, es decir portadores del movimiento de la psique común, del Alma del Mundo.
Jung propone que la humanidad al igual que los individuos se encuentra en un proceso de maduración y transformación. Los procesos individuales y colectivos se influyen y retroalimentan.
Los artistas con sus obras se consideran mediadores o canalizadores de aquello que se encuentra en “el aire”, de los aspectos del porvenir, de las perspectivas que se están pariendo. Los contadores de historias recrean las heridas colectivas, ponen en evidencia las perspectivas caducas, los anhelos, necesidades y carencias del alma colectiva. Se le atribuye al arte un factor sanador.
Los “sueños de viaje”, es decir, aquellos en los que la trama se desarrolla en torno a un viaje, se suelen interpretar en el marco de la psicoterapia junguiana como una metáfora de los movimientos hacia adelante, y en ocasiones hacia atrás, necesarios en el camino de desarrollo y maduración de nuestra personalidad.
Road movies
Las road movies o películas de carretera son un género cinematográfico que narra historias que se desarrollan a lo largo de un gran viaje proponiendo un ejercicio de introspección individual o colectivo. Sus orígenes están relacionados con los relatos clásicos de viajes iniciáticos o de transformación como los que se describen en la Odisea o Don Quijote.
En las películas de carretera los protagonistas atraviesan algún tipo de crisis y sufren modificaciones a partir de las situaciones que se le presentan durante el viaje. El viaje puede surgir como la búsqueda de alguna recompensa, tesoros, placeres o revelaciones. También se puede precipitar como una huida del estancamiento, de un fracaso importante o de la alienación. Ejemplos populares de road movies son Paris, Texas, Thelma & Louise o Diarios de Motocicleta.
Los sueños de viaje pueden considerarse como películas de carretera que emergen espontáneamente en nuestra psique. Al igual que sucede con las películas, las imágenes de los sueños nos conmueven y afectan emocionalmente. Nos pueden evocar reflexiones sobre nuestra vida y nuestro modo de ser. Aportan perspectivas y puntos de vista en un lenguaje simbólico que permite atisbar las sutilezas, paradojas y complejidades de la existencia.
De lo literal a lo simbólico
La lectura simbólica, más allá de la literal, es la que permite encontrar el verdadero y más profundo mensaje de las películas y los sueños; mensaje que se considera polisémico y dinámico. No existe pues un significado único e inequívoco para una película y trasciende los que se propuso el propio creador o realizadora.
Las significaciones varían de acuerdo a las singularidades de los espectadores; incluso el visionado de una película puede afectarnos diferencialmente según el momento de vida que estemos atravesando La interpretación puede llegar a capas más profundas o quedarse en aspectos superficiales o evidentes. Algo similar sucede con los sueños.
Los guionistas del mundo onírico
Para la psicología junguiana los complejos afectivos, esto es: los contenidos inconscientes de nuestro mundo interior, las huellas de nuestra historia vital, las heridas no sanadas, y los potenciales aún no realizados, se consideran los guionistas, directores, actores y escenarios de nuestro mundo onírico
Los personajes de nuestros sueños se consideran entes imaginarios, que aunque en ocasiones se vistan de rostros que reconocemos en la vida de vigilia, pertenecen al mundo de lo onírico, de lo simbólico, de lo arquetípico. Para James Hillman “ en los sueños nos visitan los daimones, ninfas, héroes o dioses, bajo la apariencia de nuestros amigos, con los que estuvimos la tarde anterior”
Estructura dramática
Los sueños y las películas poseen una estructura dramática cuyo análisis resulta útil como medio de aproximación a los sentidos que les subyacen.
Existen diversos modelos de estructura dramática que han sido descritos desde la época clásica. Uno de los más simples y difundidos consta de tres actos. En el primer acto se define el tiempo y el lugar, se presentan los personajes principales con su particularidades y la relación entre ellos. Posteriormente ocurre un incidente que involucra al protagonista y se muestran los intentos del personaje para lidiar con este evento. En el segundo acto se desarrolla el conflicto de los personajes principalmente entre el protagonista y el antagonista, también se visualizan los cambios internos y externos que les suceden. En el tercer acto o de resolución se presenta el desenlace que resuelve la trama del relato.
Más que en un solo sueño, es en una serie de sueños que es posible observar los movimientos y evolución de la psique. Hay temáticas que se repiten una y otras vez pero con algunas variaciones que resultan significativas. Se pueden identificar matices en las reacciones del ego onírico con respecto a las circunstancias a las que se expone. De una actitud pasiva a una activa o viceversa. El protagonista adquiere recursos o herramientas con los que no contaba anteriormente. Se introducen personajes nuevos, otros dejan de aparecer o cambian los roles que habían tenido anteriormente. Los paisajes y espacios se transforman, una casa se restaura o se destruye. Un camino seco se torna cenagoso. Puede cambiar el medio de transporte, de viajar en tren a un viaje en globo.
La manera como se resuelve el conflicto en el sueño, nos da pistas de la semilla que está buscando brotar en nuestra psique, de los aspectos, perspectivas y actitudes que se encuentran en proceso de hacerse conscientes.
Para Jung era importante explorar nuestros temores tanto en la vigilia como en los sueños, ya que los considera los guardianes del umbral de la siguiente etapa del camino. En nuestros miedos se encuentra velado el aspecto que está buscando hacerse consciente, que es necesario sanar, trascender, madurar, integrar.“Allí donde están tus miedos, esta tu tarea” planteó Jung.
La interpretación de los sueños es una herramienta que nos orienta para poder favorecer el movimiento natural de nuestra psique en lugar de resistirnos a ello.
Lo individual y lo colectivo
Las historias del cine y de los sueños están relacionadas con la subjetividad del autor del guión o del soñante pero poseen también un aspecto que va más allá del individuo que la produce. Lo anterior permite que sus imágenes conmuevan y sean comprendidas por personas de diferentes culturas y contextos.
En el marco del proceso de la psicoterapia junguiana se le da mayor relevancia al componente subjetivo de los sueños asumiendolo como una expresión de la dinámica del proceso analítico. Se procura indagar sobre el significado que pueda tener cada objeto o personaje del sueño para el soñador. No es lo mismo soñar con un avión si la persona es un piloto o una persona que tiene miedo a volar.
Luego de explorar las significaciones personales se procede a amplificar estos sentidos con imágenes de la mitología, del folclor, de la literatura, el cine, la historia, y el arte en general que puedan ser asociadas con las imágenes o la historia del sueño.
La amplificación nos brinda caminos posibles a las circunstancias que estamos atravesando dada por la experiencia arquetípica, es decir, por el cúmulo de imágenes y sabiduría que ha acumulado la humanidad en su desarrollo evolutivo.
Las imágenes arquetípicas que aparecen en los sueños tienen un efecto similar a los instintos en los animales, son evocadores de ciertas conductas necesarias para el crecimiento y mantenimiento del individuo y de la especie. Son naturaleza viva, se comportan como un factor que promueve la autorregulación de la psique
Además del trabajo individual con los sueños se reconoce igualmente el valor terapéutico que puede resultar de la narración grupal de los sueños y la búsqueda de un sentido que aluda más al colectivo que al propio soñante. La práctica de narrar sueños y otorgarles un valor comunitario se encuentra documentada en diversas culturas.
El sueño primordial
En el contexto del proceso de psicoterapia junguiana el primer sueño que el paciente consigue registrar se le suele considerar como cumpliendo una función similar del primer episodio de una serie o la introducción de una película. En este “sueño primordial” se encuentran las semillas o las temáticas relevantes que se irán desplegando y resolviendo a lo largo del proceso. A menudo este primer sueño se manifiesta como un sueño de viaje.
Para que una película nos afecte, esto es, no genere un movimiento interno es necesario que nos sumerjamos en sus imágenes como si fuera algo plenamente real. Lo mismo se propone en el trabajo con los sueños, se nos convoca a permitirnos ser afectados por las imágenes de los sueños y a jugar en la búsqueda de posibles significaciones, lo cual se ha evidenciado como una herramienta útil para favorecer el movimiento de la psique.
La migración como símbolo
La idea del individuo como un viajero y la vida como un viaje se encuentra presente en diversas tradiciones. Estas imágenes se relacionan con la también muy difundida idea del origen divino de la humanidad, su posterior caída o expulsión y la aspiración de retornar a la patria celestial o paraíso perdido.
Se considera entonces desde diferentes mitologías al ser humano como un extranjero en su tránsito terrenal que parte y anhela regresar a su lugar de origen. Sueños relacionados con viajes a la casa de la infancia, a la escuela, a la universidad como alma mater o algún lugar de África como territorio del que procede la especie humana, pueden relacionarse con este movimiento de vuelta hacia el origen.
Se propone que en la actualidad en la humanidad se encuentra presente un anhelo de retorno al origen, esto es, a la conexión simbólica con la naturaleza como madre primordial. Esta conexión se vio disminuida como parte del proceso de desarrollo de la consciencia y la individualidad que implicó una identificación unilateral con la razón, el progreso lineal, el control de las emociones y la naturaleza.
La sobresaturación de lo artificial, de lo mecánico, de lo digital, de la velocidad, de la razón, de lo tecnológico, de lo novedoso, se compensa colectivamente con un hambre, un anhelo de alma, de vida, de autenticidad, de emoción, de vinculación íntima. Lo anterior se expresa como una atracción por lo clásico, por lo viejo, por lo artesanal, por lo rural, por la comida orgánica, la slow food. También por el interés por la experiencia emocional, por las prácticas espirituales provenientes de oriente, por la recuperación de los ciclos naturales.
Jung vio en la fascinación de la conciencia moderna por el alma, por el cuerpo, por la espiritualidad oriental, no sólo como un síntoma de la desconexión y desorientación del hombre contemporáneo sino también como el germen esperanzador de una posible transformación
Para Jung, que en su propuesta psicológica se nutre de la mitología universal, describe el viaje simbólico como una imagen del anhelo, del deseo nunca saciado, que en ningún lugar encuentra su objeto, de la madre pérdida, del estado paradisíaco en el que imaginativamente alguna vez se habitó. Destaca la figura del héroe arquetípico como un peregrino que padece de la nostalgia buscadora de lo inconsciente, del poder curativo de la naturaleza.
Para la psicología junguiana el héroe viajero mitológico representa la sed de inmortalidad, de trascendencia y significado que son inherentes a la existencia humana. Es considerado como una representación de la libido, el factor psíquico que promueve la transformación, maduración y complejización de la personalidad.
Se propone que uno de sus principales aspectos que se relacionan con la maduración de la personalidad es la recuperación de las proyecciones. Lo anterior se expresa de manera metafórica como un viaje hacia lo otro, a un territorio exterior con personajes en los que se proyecta la sombra y lo numinoso. En el transcurso del viaje se libran una serie de batallas que permiten y exigen posteriormente un regreso al origen, a uno mismo. “Quien mira para afuera duerme,quien mira para adentro despierta” planteó Jung
En ocasiones el viaje de la vida se concibe como un periodo de pruebas, que una vez superadas, permiten al morir acceder a una tierra prometida. Se concibe entonces el viaje como una progresión o evolución espiritual.
Chevalier resume el vasto simbolismo del viaje como la búsqueda de la verdad, de la inmortalidad, así como el descubrimiento de un centro espiritual. En los sueños de viaje se suelen presentar una serie de circunstancias que entorpecen el trayecto y necesitan ser superadas. Las diferentes circunstancias que aparecen en el sueño son las experiencias que necesitamos atravesar para que se lleve a cabo la maduración de la psique, el movimiento hacia la integralidad.
Cercano al símbolo del viaje se encuentra el de la travesía, la peregrinación, la “salida de Egipto” que emerge como una búsqueda del hogar primordial, de la verdadera naturaleza e identidad. Jung nombra esta búsqueda como “el tesoro difícil de alcanzar”, el despliegue de la singularidad y autenticidad al que estamos convocados a desplegar a lo largo de la vida. Este proceso se encuentra regulado y promovido por un factor interno denominado por Jung como el Sí Mismo o Self con importantes similitudes al concepto del Tao oriental.
El Sí Mismo se muestra y se experimenta bajo el ropaje de diferentes imágenes, denominadas arquetipos, que funcionan como pulsiones al crecimiento y a la maduración de la personalidad.
Eduardo Cirlot destaca el viaje espiritual relacionado con la experiencia del movimiento y la transformación que se deriva del mismo. Reconoce entonces que además del movimiento en el espacio existen otras modalidades del viaje como son estudiar, investigar, vivir intensamente lo novedoso. El viaje es aquello que permite el despliegue de lo no conocido, de lo no vivido, de los otros que nos habitan.
El viaje como añoranza de la “madre buena” puede ser también una huida de la «madre oscura” y asfixiante. El viaje se constituye entonces en el medio que permite acceder a los territorios desconocidos de nuestra psique, a la madurez que implica el distanciamiento de las figuras parentales. Los comunes sueños de persecuciones pueden aludir a este movimiento de huida de lo paterno y materno infantilizador que pretenden aniquilar el ego naciente y a la vez son un factor necesario para el despliegue de singularidad porque activan el movimiento.
Es relevante que para Jung el Sí Mismo es una conjunción de polaridades, con aspectos masculinos y femeninos, que incluye no solo la luz sino también la oscuridad. Se le concibe como generador de vida y también de muerte, como parte de los ciclos necesarios para el movimiento y renovación de la existencia..
Hermes: el patrón de los viajes y de la interpretación
Para los griegos la divinidad por excelencia de los viajes era Hermes, que recibía honores en las encrucijadas para disipar los fantasmas y los malos encuentros. Los caminos se encuentran marcados por piedras que se le consagran. Es reconocido como el gran mensajero de los dioses, que permite la construcción de puentes entre diferentes mundos, la comunicación entre diferentes lenguajes, el intercambio a diferentes niveles.
Se le relaciona entonces con el comercio, la diplomacia, los medios de comunicación, la traducción, la interpretación de símbolos. Es Hermes quien acompaña a los muertos de camino al Hades. Los sueños y el cine son ámbitos de Hermes, de los simbólico, son una herramienta para el viaje a las profundidades del alma.
Lugares relacionados con Hermes y que aparecen muy frecuentemente en nuestro sueños son los aeropuertos, las plazas de mercado, los centros comerciales, los cruces de camino.
En todas las culturas es posible identificar divinidades con funcionalidades análogas a las de Hermes-Mercurio.
Modalidades del viaje simbólico
Se describen diversas modalidades de la imagen del viaje siendo concebidas como variaciones sobre la temática del retorno a la Gran Madre en sus diferentes acepciones como: origen, como reino de los muertos, como fuerza regeneradora de nutrición y fertilidad.
El viaje a los infiernos de Dante, que posee múltiples antecesores en la literatura clásica, representa el descenso a lo inconsciente, a la profundidad del alma; inmersión necesaria para poder acceder a las cimas celestiales. Sueños en los que nos sumergimos en aguas turbias, transitamos por escenarios apocalípticos o guerras pueden estar relacionados con esta modalidad de viaje .
El viaje al centro de la tierra que popularizó Julio Verne representa el retorno al seno de la madre, al interior de la tierra. Se puede recrear en sueños en los que nos adentramos en una cueva , descendemos por un hoyo profundo, bajamos en un ascensor o viajamos en un tren subterráneo.
El viaje nocturno por el mar ha sido explorado simbólicamente por varios analistas junguianos y por el propio Jung. Alude a la imagen del sol que durante la noche atraviesa los abismos inferiores, experimentando una muerte en el mar de lo inconsciente, seguida de una resurrección. Se le relaciona con los mitos en los que el héroe es devorado por una bestia marina, sufre un encierro seguido de un encantamiento, para posteriormente conseguir liberarse, aludiendo también a una inmersión renovadora por lo inconsciente. Sueños relacionados con secuestros, o encerramientos. De espacios que se constriñen hasta volverse asfixiantes. Inundaciones. Situaciones en las que nos sentimos atrapados sin salida pueden aludir a esta modalidad de viaje.
El viaje como búsqueda del santo grial, de arca perdida, del Dorado o la piedra filosofal se interpreta psicológicamente como la búsqueda de la propia realización, del particular llamado o vocación.
También están los viajes a otros planetas que representan el anhelo de la psique de explorar e integrar aspectos, actitudes o perspectivas que no han sido vividas. Los desplazamientos a mundos paralelos pueden aludir a las diferentes versiones de destino que podemos construir de acuerdo a las decisiones que tomamos.
Los viajes en el tiempo pueden aludir a la posibilidad de resignificar experiencias del pasado con los recursos con los que contamos desde nuestro ego adulto. Los viajes en el tiempo también nos permiten sanar las heridas de la infancia haciendo uso de la función materna y sanadora que todos poseemos. Los viajes hacia el futuro nos permiten darnos cuenta cual puede ser el posible resultado de las decisiones y comportamiento que estamos teniendo en el presente.
Es arquetípico también el viaje del chamán para buscar el alma del enfermo. Jung experimentó una trascendental experiencia visionaria que plasmó en su Libro Rojo. Allí describe el viaje a las profundidades del inconsciente como una búsqueda de su propia alma. En unos fragmentos dice: “Alma mía, ¿dónde estás? ¿Me oyes? Yo te hablo, yo te llamo, ¿estás allí?…He de aprender que, detrás de todo, finalmente yace mi alma, y que si atravieso el mundo es, al final, para encontrar mi alma”. Son muy comunes los sueños de viaje en los que se nos pierde o nos roban algo importante: el pasaporte, el celular, el computador u otros objetos que resulta imprescindible recuperar para poder continuar el viaje.
El trabajo análitico se concibe como una acompañamiento para la búsqueda de nuestra propia alma, de nuestra fuente de sentido, de significado y de vitalidad, que requiere ser actualizada a lo largo de la vida, siendo los sueños una herramienta en esa búsqueda del alma pérdida.
En un sentido amplio todos los sueños y todas las películas aluden a un viaje de transformación pero en las películas de carretera o los sueños de viaje se hace uso específico de la metáfora del viaje como expresión de ese movimiento interno.
El origen y destino del viaje, los acompañantes, el medio en el que nos transportamos, las particularidad de los contratiempos que se nos presentan en el camino y los modos en que se resuelven dichas dificultades nos pueden orientar y dar luces sobre las singularidades de nuestro proceso de transformación en el particular momento de la vida en la que nos encontremos. Generalidades sobre las significaciones sobre dichos aspectos componen la segunda parte de este escrito.
Psicólogo Clínico – Psicoterapeuta Junguiano
Referencias bibliográficas
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