El fútbol como experiencia con la Alteridad

 El analista junguiano brasilero Carlos Byington plantea que el fútbol – de manera similar a lo que ocurre en otras competiciones deportivas-  puede considerarse como una expresión de la evolución de la consciencia colectiva, esto es,  un logro cultural que ha permitido  que la confrontación con un adversario o enemigo no implique  su muerte literal  sino  que  se sustituye por una muerte simbólica a través de la derrota. 

En la confrontación  deportiva el otro deja de percibirse como un elemento a eliminar y se asume  como un factor creativo, que promueve el crecimiento de las habilidades y perspectivas propias.   Byington  nombra esta dialéctica constructiva  del conflicto como el Arquetipo de la Alteridad, que surge como el tercero mediador  entre los arquetipos matriarcales y patriarcales de naturaleza unilateral que hicieron parte del proceso del desarrollo de la consciencia colectiva y que necesitan ser trascendidos.

Con el fútbol, menciona Byington,  se aprende que ganar no es destruir.  “En  el fútbol no se expresa el héroe patriarcal que mata al dragón, sino el héroe de la alteridad que se enfrenta y regatea al dragón para reclamar el tesoro. Los jugadores son los héroes del pueblo y el goleador es el más grande de ellos”.

El reglamento del fútbol ha ido evolucionando procurando evitar cada vez más la agresión directa entre los jugadores y también entre  los aficionados.  En los  inicios del fútbol contemporáneo era más común que los jugadores terminaran  con lesiones graves o huesos rotos.   Se reconoce que juegos similares al fútbol, en la que equipos disputan una pelota con los pies  han estado presentes en diversas culturas en la historia de la humanidad.

El fútbol como ritual

Se describe al   fútbol como una experiencia colectiva en el que el público se identifica ritualmente con los jugadores, como si estos fueran personajes de una obra de teatro.  La identificación dramática que allí acontece se plantea como proporcional al entusiasmo mostrado por los espectadores. La identificación emocional entre jugador y aficionado produce una simbiosis mágica en el que las emociones elaboradas por el jugador son elaboradas simultáneamente por el aficionado

El fútbol abordado de manera simbólica puede considerarse como un ejercicio de confrontación de opuestos en el que dos equipos controlan el balón con los pies.  

Los pies representan  al aspecto irracional e instintivo del ser humano, aluden al aspecto  inferior, donde se encuentran las heces, la sexualidad, lo oscuro, la animalidad. Este ámbito se considera desde la perspectiva junguiana como necesitado de redención ya que en el proceso de desarrollo de la individualidad y de la conciencia nos hemos alejado  peligrosamente de las raíces arcaicas de la psique, de la orientación que proporciona nuestro lado instintivo y natural.  

Los pies se contraponen a la cabeza y la boca, que representan la conciencia, la cultura y la racionalidad.  El fútbol ha sido asociado con el carnaval, celebración en la que se liberan emociones e instintos. 

Byintón plantea que el  hecho de que en el fútbol  el control del balón haya que  hacerlo con los pies en un contexto de tanta tensión,  hace que el control de las emociones que implica se constituya  una hazaña realmente heroica desde el punto de vista psicológico.

Se plantea que a través del fútbol tanto los jugadores como los aficionados se exponen y aprenden a lidiar, a ejercitar y a domesticar diversas   emociones entre las que destacan:  la agresividad, la ambición, el afecto grupal, la competitividad, la esperanza de la  victoria, la envidia,  la humillación, la depresión por la derrota, la traición,  entre muchos otras.

La maduración de la personalidad pasa por aprender a lidiar constructivamente con el bagaje emocional, a veces conflictivo,  que nos habita. El fútbol puede considerarse como  una escuela colectiva para aprender y practicar la dialéctica creativa del conflicto, de una manera muy efectiva ya que es un aprendizaje que no es teórico sino en el que se vehiculizan  grandes afectos y pasiones.

Byington propone que la estructuración de la conciencia que ofrece el fútbol  a la identidad del hombre es paralela a la expresión de la sensibilidad que la mujer ha conseguido desde tiempos inmemoriales a través del baile.

En el fútbol también se viven experiencias significativas con respecto a la ética, sobre lo  que se considera justo e injusto, sobre el bien y el mal, sobre lo permitido y lo prohibido.  Las valoraciones éticas son dictaminadas por un juez pero todos los participantes las realizan  en el fulgor de las emociones.  Cuando el dictamen es considerado injusto se exacerban las emociones pero se asumen porque el espectáculo debe continuar. 

 Byington destaca por ejemplo como la regla sobre el fuera de juego que  prohíbe recibir el balón detrás de la defensa del otro equipo enseña la lealtad en la confrontación y condena la traición de atacar por la espalda.  

El fútbol permite tambien  una pedagogía simbólica con respecto a la discriminación entre la gravedad de las infracciones al reglamento y sus consecuencias.  La penalización puede   consistir en un llamado de atención  ante una falta leve, a la expulsión si por ejemplo  se interpreta intencionalidad en la agresión a un rival. 

Más allá del ego

Se resalta como en el fútbol se suele reconocer que  el triunfo o un gol no solo dependen de la calidad, de la preparación o el esfuerzo de un equipo sino que interviene el azar, el destino o  algo ligado al misterio de la creatividad y de la vida que trasciende las leyes de causa y efecto.  

El gol en ocasiones es visto entonces como una “revelación” o una “gracia divina”.   Muchas cábalas y supersticiones tanto de los jugadores como de los aficionados están relacionadas con el deseo de incidir en este aspecto misterioso e irracional que  se considera operante en el resultado de los juegos.  El fútbol nos expone entonces al reconocimiento de lo irracional, de lo no consciente, de los aspectos no visibles que son operantes en nuestra vida y que son fuente de estudio de la psicología profunda.  

Al ser un deporte colectivo el fútbol  nos expone también al reconocimiento de que el triunfo no solo depende del esfuerzo personal sino de la dinámica colaborativa en la que cada uno aporta desde su singularidad para formar una totalidad, un organismo compuesto por varios elementos interdependientes que poseen una meta común. 

Aspectos simbólicos del fútbol

El escritor Javier Serra menciona que hay  fundadas  sospechas  de que una parte de la simbología original del fútbol es masónica “ el cambo de fútbol tiene las proporciones áureas que es algo que utilizaban los masones para la construcción de los templos; la escuadra de los córner simboliza el compás masónico; los balones con cuadrados negros y blancos, se identificaban con los suelos ajedrezados de las logias; se ve en los escudos de los primeros clubes de futbol que eran triangulares”

 Byington destaca como el lugar en el que se desarrollan los juegos se encuentra delimitado de manera similar a diversos espacios sagrados, esto es,   a través de formas mandálicas como círculos, cuadrados y rectángulos.  En ocasiones es posible observar la reverencia con la que algunos jugadores hacen su ingreso al campo reconociéndolo como un espacio que posee  una especie de sacralidad que amerita ser considerada. 

El centro del campo es un mandala circular. Jung se percató de que las figuras mandálicas  emergen espontáneamente en la psique como una manera de reconciliar las polaridades internas. Los mandalas son un símbolo de la totalidad,de la divinidad. 

La pelota de forma esférica puede leerse también como un símbolo de totalidad. Platón consideró la esfera como la forma más perfecta en Geometría.  En la esfera y el círculo no se puede diferenciar el principio y el fin por esto  en muchas culturas son expresión simbólica de lo eterno y de lo infinito. La búsqueda del control de la pelota, representa simbólicamente  la búsqueda de sentido,  del control emocional, del centro interno.

Para llegar a la meta que es el gol, es necesario enfrentar a un adversario  haciendo uso de planificación, intuición,  velocidad, fuerza de voluntad, pruebas de ensayo y error, y contar también con el factor irracional de la suerte.  En la acción dramática de los 90 minutos de juego se recrea el  proceso que necesitamos transitar para conseguir nuestros fines a lo largo de la vida.

 El gol, el éxtasis del fútbol,   es el “tesoro difícil de obtener” de las historias míticas, que para Jung representa la autorrealización. El gol es también la muerte simbólica del oponente que renace colocando la pelota nuevamente en el centro del campo.

Para Byington “llevar la pelota al centro del espacio dramático para volver a empezar es la mayor enseñanza existencial del fútbol porque los acontecimientos centrales en la vida siempre implican sus opuestos. Cuando alguien gana, alguien pierde, cuando alguien nace alguien se acerca a la muerte y esto es lo que siempre une el dolor y felicidad en todo lo que sucede de manera profunda  en el misterio de la vida”. 

Las experiencias de sufrir un gol y marcarlo son complementarias, formando una totalidad emocional. Alegría y tristeza, euforia y depresión, realización y frustración se viven como polos inseparables del proceso existencial.

Referencias Bibliográficas

Byington, Carlos (2000) Alterity archetype and the symbolic richness of soccer en http://www.carlosbyington.com.br/site/wp-content/themes/drcarlosbyington/PDF/en/soccer.pdf

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s