El significado de los sueños en la escuela o la universidad: una perspectiva junguiana

Se considera, desde la perspectiva de la psicología junguiana, que los diferentes elementos que componen los sueños como -son los escenarios, personajes y objetos que allí aparecen- revelan, a través de un lenguaje simbólico y metafórico, la dinámica de complejización de nuestra psique.

Es común que en nuestros sueños nos transportemos  a épocas pasadas de nuestra vida,  que  nos encontremos nuevamente,  por ejemplo,  en los pasillos o las  aulas del colegio o la universidad.   

Para explorar el significado de los sueños,  de los escenarios y situaciones que allí nos  acontecen, resulta pertinente, desde la perspectiva junguiana,  indagar sobre la manera como  estos espacios  han quedado registrados en nuestra psique. 

Algunas de las asociaciones que podamos hacer con respecto a los espacios escolares son compartidas colectivamente y otras serán fruto de nuestra experiencia personal.   Para una persona que ha sufrido bullying, por ejemplo,  las significaciones sobre su colegio serán radicalmente distintas a las de  una persona que lo recuerda como el lugar donde empezó a desplegar su creatividad o donde se forjaron sus primeras amistades. 

La escuela como imagen colectiva

En los espacios escolares a los que asistimos  estuvimos expuestos  a evaluaciones y juicios sobre nuestras habilidades y carencias. Se nos reprendió por las transgresiones que cometimos y también sé nos  reconocieron nuestros logros y habilidades. Allí  establecimos vínculos con personas que se  convirtieron  con el tiempo en amistades profundas o tensas enemistades.  También nos vimos expuestos a  profesores que nos inspiraron con su sabiduría y apoyo, mientras que en otros casos pudieron ser figuras menos positivas que nos dejaron huellas oscuras y  perdurables.

La escuela y la universidad se arraigan en nuestra psique entonces como entornos de aprendizaje y socialización. En estos espacios, adquirimos conocimientos que enriquecieron nuestra comprensión del mundo y fuimos moldeados según las normas y valores de la sociedad. En los contextos escolares, asumimos responsabilidades y nos enfrentamos a desafíos emocionales que contribuyeron al desarrollo de nuestros recursos psicológicos y  también dejaron  huella en forma de marcas o heridas en nuestro ser.

El  filósofo y teórico social Michel Foucault  exploró de manera profunda y evocadora sobre la naturaleza  de las instituciones educativas. Para Foucault, las instituciones educativas no sólo transmiten conocimiento, sino que también ejercen un poder disciplinario sobre los individuos. Es decir, las escuelas y universidades no solo educan, sino que también controlan y moldean a los individuos  a través de normas, vigilancia y jerarquías. En nuestra psique pueden quedar registrados entonces los espacios escolares como lugares en los que fuimos “vigilados y castigados”

Variaciones en los sueños en la escuela

 Los escenarios escolares  en nuestros sueños se despliegan en una amplia variedad de formas y situaciones, abarcando las infinitas posibilidades que brindan  la imaginación y la fantasía.

La escuela puede ubicarse,  por ejemplo, en un tiempo remoto o en un paisaje más bien futurista. Pueden fusionarse varios de los espacios educativos a los que hemos asistido con ciertos aspectos que evocan nuestra casa familiar o los espacios de trabajo. 

Las aulas pueden metamorfosearse en estructuras mágicas donde recibimos lecciones que adoptan formas insólitas.  Los corredores pueden desembocar en lugares inesperados. Podemos interactuar con figuras fantasmagóricas, personajes famosos, compañeros de clase con los que nunca volvimos a entrar en contacto.

En ocasiones, nos vemos enfrentando desafíos,  pruebas o exámenes de alguna temática específica. Puede ocurrir que nos sintamos perdidos buscando el aula donde se realiza la prueba, que las preguntas del examen resultan incomprensibles, que nos percibamos como poco preparados  o que la mente se nos quede en blanco. Puede ocurrir que  nos falte un bolígrafo para escribir nuestras respuestas o surgen otros obstáculos que nos impiden completar la prueba.  Cada detalle resulta significativo para la comprensión del significado particular del sueño.

En los sueños escolares podemos experimentar además  una amplia gama  de emociones como ansiedad, desconcierto, alegría, miedo, frustración, culpa, vergüenza o  la sensación de ser juzgado. 

Para la psicología junguiana el trabajo con los sueños no se reduce a una especulación racional o intelectual sobre sus significados, sino que es en el permitirnos ser afectados por las imágenes y emociones que nos suscita donde reside su efecto transformador. 

La escuela como metáfora del desarrollo de la personalidad

Desde la perspectiva de la psicología junguiana, el transcurso de la vida puede ser concebido como una escuela en la que se fomenta el crecimiento y la maduración de la personalidad. 

Se sostiene que las circunstancias a las que nos enfrentamos cotidianamente  actúan como aspectos  que nos promueven el despliegue de nuestro máximo potencial singular.  

La imagen de la vida como un sendero de crecimiento o evolución, donde cada experiencia y desafío nos ofrece oportunidades para evolucionar y acercarnos a una mayor comprensión de nosotros mismos y del mundo, se encuentra muy presente en diversas tradiciones.

El proceso de crecimiento espiritual a menudo se concibe como un trayecto desde un estado de ignorancia o carencia inicial, hacia un estado de conocimiento más profundo.

Los estados  iniciales y de llegada pueden describirse metafóricamente como el paso de la oscuridad a la luz,  del caos a la armonía, de lo denso a lo sutil, de lo ilusorio a lo real o genuino, de la mentira a la Verdad, de lo literal a lo simbólico,  entre muchos otros.  

 El tránsito de un estado de menor complejidad a uno de mayor complejidad suelen ser promovidos en las culturas tradicionales  por rituales de iniciación en los que el neófito o el alumno  se expone a una serie de circunstancias que le exigen el despliegue  de los conocimientos  o habilidades necesarios para la nueva etapa. 

La escuela de nuestros sueños puede ser una metáfora de un proceso de aprendizaje por el que nos encontramos atravesando, referido a las particularidades de las situaciones que allí se sucedan.

Personajes y situaciones arquetípicas

En el mundo de los sueños, los personajes y situaciones que experimentamos no sólo poseen un significado personal, sino que también pueden evocar aspectos colectivos y arquetípicos.

Las  imágenes consideradas arquetípicas son aquellas que  son  recurrentes  en mitos, cuentos o leyendas,  y  surgen de manera espontánea en nuestros sueños y actividades imaginativas o creativas.

Para la psicología junguiana las imágenes arquetípicas representan de manera simbólica  aspectos fundamentales de la experiencia humana emergiendo  bajo  diferentes ropajes en distintas culturas y épocas.  

En el trasfondo de las imágenes arquetípicas, se encuentra aspectos universales, eternos e  invariables  que Jung denominó como los arquetipos de lo inconsciente colectivo. Los arquetipos se proponen como correlatos psíquicos de los instintos biológicos de los animales no humanos, funcionando  como mecanismos de autorregulación y promoción del desarrollo psíquico.

En los sueños escolares pueden sucederse diversas situaciones arquetípicas, como: el personaje  heroico  que se enfrenta a diferentes pruebas, la búsqueda del tesoro o el objeto mágico,   el encuentro con el mentor o con el juez, el enfrentamiento con el adversario, la ayuda sobrenatural, la intervención del bufón entre muchas otras.

Mitos y pruebas

En la mitología,  cuentos populares, en las novelas y el cine,  es posible encontrar diversidad de relatos  que involucran a héroes y heroínas que se ven abocados a enfrentar  desafíos y pruebas extraordinarias para poder lograr un objetivo,  para obtener una recompensa o  recuperar un botín.  Para Jung, este  personaje heroico  y sus aventuras representan de manera simbólica , el proceso de complejización de la psique  que todas las personas nos vemos avocados a desplegar a lo largo de la vida que denominó como proceso individuación. 

Se considera que el proceso  de  individuación no  sigue un curso lineal sino más bien se corresponde a la imagen de un espiral ascendente constituido por etapas con estructuras cada vez  de mayor complejidad e integralidad.

Uno de los ejemplos más emblemáticos de superación de pruebas por parte de un personaje heroico es la leyenda de los 12 trabajos de Hércules.  Cada uno de los trabajos que allí se describen representa un desafío físico o espiritual que promueve  en Hércules el desarrollo de una particular actitud (humildad, paciencia, perseverancia, control de los impulsos etc)

Otro relato popular es el de Psique, quien desafió las pruebas impuestas por la diosa Afrodita para ganarse el amor de su amado Eros. 

Los múltiples desafíos que tuvo que enfrentar Odiseo en su regreso a Ítaca son también un ejemplo de las pruebas heroicas que nos sirven de inspiración para reconocer las vicisitudes y cuestionamientos que han acompañado a la humanidad desde sus inicios.  

Podemos amplificar las imágenes de nuestros sueños escolares con imágenes que nos evoquen estos y otros de los relatos en los que el personaje se ve abocado a enfrentar pruebas o obstáculos para obtener un reconocimiento o llegar a una meta.

 Al amplificar las imágenes de los sueños, se busca descubrir conexiones más profundas y universales que puedan estar presentes en nuestra experiencia individual. Aquello nos permite disminuir la sensación de alienación que pueden generar el atravesar  ciertos conflictos y nos permite además orientarnos sobre  los posibles caminos que la humanidad ha planteado para resolverlos. 

El encuentro con el mentor 

El mitólogo norteamericaco  Joseph Campbell identificó una serie de momentos que el héroe típico suele experimentar en su viaje de transformación. 

Uno de los momentos ampliamente recurrentes en películas y series es el conocido «encuentro con el mentor» cuando el protagonista se encuentra en una situación crítica, en una encrucijada que no puede resolver y se cruza con una figura sabia y experimentada, que lo guía, le brinda enseñanzas y le provee de las herramientas indispensables para sobrepasar los obstáculos que se le presentarán en el camino. 

 La imagen del mentor se relaciona con el arquetipo del Viejo Sabio o el Senex. Este arquetipo  puede ser representado por: un mago, una médica, un profesor, una abuela, un guía espiritual  o cualquier figura inspiradora que se convierte en un faro de conocimiento profundo en momentos de profunda desorientación. 

El viejo sabio es caracterizado por Jung  en su aspecto positivo como fuente de buenos consejos y apoyo emocional; a través de sus preguntas el mentor promueve la reflexión y la autorreflexión;  puede tomar la  forma de un pensamiento personificado que convoca al sujeto a meditar sobre la cuestión que le está confrontando. 

Así hablaba Jung sobre el arquetipo del viejo sabio “hablamos de esa figura como  una personificación de la sabiduría heredada de los siglos, la verdad que se ha tornado instintiva a través de la experiencia, podríamos decir, que ha sido vivida millones de veces, una especie de sabiduría natural que nace en nosotros y a la que debemos la coordinación de nuestro sistema tanto biológico como psicológico: la vieja experiencia que aún es visible en nuestros sueños y en nuestros instintos” 

En ocasiones, durante los sueños en los que nos encontramos en un entorno escolar, entramos en contacto con nuestro mentor interior, personificado en alguno de nuestros antiguos profesores o quizás en una maestra desconocida de una materia en particular. Ese contacto nos puede orientar ante alguna situación con la que conscientemente nos sintamos impotentes o quizás nos puede nutrir con confianza y motivación ante una circunstancia que lo esté requiriendo.

Como todo arquetipo el viejo sabio posee también  un aspecto oscuro, en palabras de Jung “el anciano, en realidad, tiene también un mal aspecto, como un primitivo chamán que, por un lado, cura, y sin embargo, por otro lado, es el temible preparador de venenos” 

El aspecto oscuro  del Senex es la ambición desmedida, la codicia y la tiranía. Hillman  lo vincula a la imagen de Cronos–Saturno,  que devora a sus hijos, imposibilitando el devenir, la renovación. 

Psicológicamente   se manifiesta como el anhelo de preservar a toda consta la perspectiva ya alcanzada, como la resistencia a la transformación,  que puede conducir al dogmatismo, la rigidez y la petrificación. 

El eterno aprendiz 

La polaridad complementaria del Senex es el arquetipo del puer aeternus, que  se encuentra relacionado con la imagen del estudiante o el aprendiz.

En su vertiente positiva, el arquetipo del puer aeternus o el niño eterno se  encuentra ligado a la espontaneidad y la creatividad. Es el factor interno que nos impulsa  hacia una búsqueda constante de conocimientos y nuevas experiencias.   A partir de la inconformidad evita que quedemos estancados en lo ya conocido posibilitando la renovación de la existencia. 

Los sueños en los que regresamos a nuestra  niñez, adolescencia o primera juventud puede ser la manera como la psique está buscando recuperar algún aspecto esencial de nuestra personalidad que fue relegado durante el proceso de socialización.   Algunos sueños escolares nos pueden imbuir de la energía adolescente que nos promueve el cuestionamiento  sobre la propia identidad, nos capacita para tomar riesgos y estar abiertos a nuevas perspectivas y actitudes. 

En su aspecto oscuro, por su parte, el Puer aeternus alude a los infantilismos y aspectos inmaduros que seguimos manteniendo en la vida adulta.

María Luisa Von Franz  realiza una extensa lectura sobre este arquetipo, asociándolo  a un complejo materno en el que el sujeto mantiene un  apego excesivo al mundo de la infancia. 

Las personas dominadas por el Puer aeternus,  llevan una vida provisional, a la espera de que algún día encontrarán un lugar, una persona, o un trabajo que los satisfagan de manera plena. La vida adulta y las responsabilidades que implican las perciben como ataduras asfixiantes. No se vinculan plenamente con nada, ya que les atormenta el hecho de poder estar perdiéndose maravillosas oportunidades que pueden llegar en el futuro. En su fuero interno se consideran sumamente especiales y sueñan con que algún día se les reconocerán sus peculiares aptitudes. Como los niños, pueden dedicar muchas horas y energía a cualquier emprendimiento que les entusiasme, pero en cuanto llega el tedio de lo cotidiano, les cuesta mantener algún tipo de disciplina. 

La vinculación en torno a  los objetos, personas y lugares oscila entre la fascinación y el desencanto extremo. Ante cada desencanto emerge una nueva búsqueda. 

En ocasiones los sueños escolares no permiten darnos cuenta de aquellos aspectos de nuestra psique que se mantienen en estado infantil y que necesitan ser acogidos por nuestro ego más adulto para que puedan desarrollarse. 

Polaridad puer-senex

 La psicología junguiana propone que lo que permite la expresión luminosa tanto del Senex como del Puer o Puella, es la dialéctica entre  ambos aspectos.

 Se considera que cuando  el senex  no está dialogando  con el aspecto Puer, deja de aprender y cree poseer todo el conocimiento, quedando estancado y resistente a las transformaciones. A su vez cuando el aspecto Puer  no está ligado a la polaridad senex, permanece en una posición infantil y dependiente.

Para Hillam en este sentido  “El puer inspira el brotar de las cosas; el senex gobierna la cosecha. Pero la floración y la cosecha ocurren de manera intermitente a lo largo de la vida” 

Los sueños escolares pueden ser un espacio de comunicación entre nuestra polaridad  Senex y Puer, un intento de la psique para realizar una síntesis entre estos aspectos que cuando se expresan de manera unilateral dejan de ser promotores de crecimiento, maduración y armonía. 

Tipos pruebas en el camino heroico

Con el fin de promover las habilidades y cualidades fundamentales que capacitarán al héroe para lograr su objetivo y completar exitosamente su travesía, se le presentan, por medio del mentor o de las circunstancias del camino, una variedad de obstáculos a los que el héroe o heroína   se deberá enfrentar. Estas pruebas  pueden categorizarse de la siguiente manera:

Prueba del valor: El héroe puede tener que enfrentarse a un enemigo poderoso o superar su miedo a lo desconocido. Esto puede implicar una batalla física o una situación peligrosa que requiere coraje y determinación.

Se plantea que los  guardianes del umbral de la siguiente etapa en nuestro desarrollo psíquico están custodiados por la culpa, el miedo o la vergüenza, a los que inevitablemente nos deberemos enfrentar. En ocasiones estas emociones se encuentran muy presentes en las situaciones de los sueños en la escuela o la universidad.

Prueba del conocimiento:  La heroína  puede ser desafiada a resolver acertijos o enigmas, demostrando su inteligencia y astucia. Esto puede involucrar desafíos mentales o pruebas de sabiduría.

Todos tenemos modos de orientación y actitudes que han sido dominantes en una etapa de nuestras vidas y necesitan en cierto momento  ser complementadas por otras que poco a poco se van desplegando. 

Los sueños en los que realizamos una prueba de conocimiento sobre alguna materia en particular pueden aludir al ámbito de nuestra psique que se encuentra en ese proceso de aprendizaje.  Conviene indagar las asociaciones que nos surjan con respecto a esa materia específica,  en ocasiones pueden hacer  referencia a una de las  4 funciones de la conciencia que plantea Jung: sensación, intuición, pensamiento, sentimiento.

Prueba de resistencia: El héroe puede enfrentar una prueba de resistencia física o emocional que pone a prueba su perseverancia y capacidad para superar el agotamiento o el sufrimiento. Esto podría ser una larga travesía o una situación extenuante que requiere resistencia y determinación.

Para Jung, la superación de los conflictos psíquicos, esto es,  de las contradicciones internas, se manifiesta como una síntesis que no ocurre como efecto de la voluntad del ego  sino que emerge a partir de la disposición para soportar la tensión interna.  A partir de esta confrontación nace entonces en nuestra psique, el tercero que trasciende el conflicto, el orden superior que se encontraba latente en el estado previo.   

A la capacidad de la psique de formar el tercero que trasciende el conflicto de las polaridades internas, Jung la denominó como la función trascendente. 

Los sueños en los que se encuentra muy presente el número 3, las triadas,   formas triangulares  pueden estar aludiendo a dicha función. 

Prueba de lealtad o sacrificio: El héroe podría enfrentarse a una situación en la que debe tomar decisiones difíciles que implican sacrificar algo importante o demostrar su lealtad a un ser querido o a un ideal. Esto puede poner a prueba su moral y su capacidad para hacer sacrificios. Lo anterior  puede implicar en algunas historias  la muerte del héroe que renace en un estado cualitativamente diferente. 

A nivel psíquico alude a la muerte simbólica de un aspecto de nuestro ego inmaduro que necesita ser desplazado para darle lugar a una perspectiva más madura.  El desplazamiento desgarrador del ego caduco, posibilita el advenimiento de lo nuevo, de un orden con mayor grado de complejidad e integralidad que el anterior.

En ocasiones en los sueños de escuela  estamos presentando un examen  que no podemos resolver porque nos quedamos en blanco o porque las preguntas nos resultan incomprensibles.  Puede aludir a la impotencia del ego para resolver los desafíos actuales con los recursos presentes y la necesidad de desplegar unas nuevas herramientas, actitudes, perspectivas. 

Prueba de integridad moral:  La heroína puede enfrentarse a situaciones en las que debe resistir la tentación o mantenerse firme en sus principios éticos. Esto puede implicar  que el personaje tenga que elegir entre el camino fácil o el correcto, demostrando su integridad y su capacidad para tomar decisiones éticas.

En nuestra psique habita, un aspecto interno que es  promotor de nuestro desarrollo psíquico, que es fuente de sentido y significado, al que Jung denominó como el el Sí MIsmo o self.  

El proceso de individuación se plantea como la capacidad de responder no solo a los intereses inmediatos de nuestro ego, que busca confort, seguridad, reconocimiento (el camino fácil) sino cada vez más a los requerimientos del Self, que nos promueve complejización, madurez, integralidad. 

En ocasiones en los sueños escolares se nos puede plantear el dilema de responder a una circunstancia desde nuestro ego infantil o de nuestro yo más adulto.

El código del alma: el curriculum singular

El Self se manifiesta en nuestra psique como  el germen potencial de las cualidades singulares que  nuestra personalidad necesita ir desplegando a lo largo de la vida.  Estas cualidades potenciales  pueden ser entendidas como  una especie de materias que necesitamos cursar para graduarnos, en términos psicológicos,  para realizarnos como personas.  

Hillman nombra ese germen potencial como el código del alma, una especie semilla en la psique, que  se va eclosionando  a lo largo de la vida, y que se expresa como nuestra vocación, nuestro “mito” personal.

Se propone entonces  que cada quien posee una carga particular, un “currículum único”  de temas, heridas, potenciales no vividos,  que como materias pendientes se le cruzan una y otra vez en el camino.  A este currículum único se le ha llamado también la ecuación personal arquetípica

Los sueños escolares pueden ser en ocasiones el modo en que la psique busca el despliegue de esos aspectos únicos de nuestra psique que se encuentran pendientes de realización

Los “intrusos” en nuestra psique

El currículum de materias que necesitamos cursar a lo largo de la vida está compuesto, desde la perspectiva junguiana,  por los llamados complejos afectivos.

Los complejos afectivos pueden entenderse como  núcleos emocionales revestidos de  imágenes y fantasías que giran en torno a una temática específica. 

Se comportan como “trozos” de nuestra historia que inciden en  nuestras motivaciones y miedos, en la manera como percibimos la realidad. A través de los  complejos es como se experimenta y encarna lo arquetípico en  cada individuo.

Los complejos operan en nuestra psique como una especie de subpersonalidades, que con cierto grado de autonomía,  perturban nuestra conciencia. Jung los describió como “los intrusos que hacen que la gente ría cuando no debe, y que llore cuando no debe” y los consideró como los guionistas, actores y escenarios de nuestros sueños. 

Un indicativo de que estamos actuando bajo el influjo de un complejo es la desproporción o no correspondencia de nuestras reacciones con respecto a las circunstancias del contexto. 

Podemos  aproximarnos a los sueños en la escuela o la universidad explorando los posibles complejos que se están recreando  de manera metafórica con los personajes y las situaciones que allí acontecen.  Ejemplos de complejos que pueden hacer parte de los sueños escolares son los de culpa,  de superioridad, inferioridad, los complejos parentales,  complejos relacionados con la competencia, con el hecho de ser evaluado, con el fracaso, con el anhelo de  perfección. 

El tesoro difícil de alcanzar

Subjetivamente  una de las maneras como experimentamos los complejos o  las materias pendientes en nuestra vida es como anhelos o deseos. Ya sea el deseo de explorar el mundo, emanciparnos de nuestros padres, de ganarnos el sustento, de formar una familia, de crear una obra o cualquier otra de las necesidades que vamos experimentando en el desarrollo de nuestra personalidad. 

Cada anhelo representa una necesidad fundamental para nuestro desarrollo.  La negación o desatención de nuestros aspectos arquetípicos  se relaciona con malestar emocional,  falta de sentido, desorientación, descompensación psíquica o desequilibrio.

En los mitos e historias, se destaca un elemento o circunstancia que despierta un anhelo profundo en el personaje heroico: ya sea el Santo Grial o un tesoro escondido, la tierra prometida, la piedra filosofal, el amor verdadero. 

Desde una perspectiva psicológica, este anhelo representa la búsqueda intrínseca de significado, sentido e identidad que necesita ir siendo actualizado a lo largo de la vida. Las prioridades, valores y sentidos que fueron referentes en nuestra adolescencia, por ejemplo, no son los mismos que cuando entramos en la vida adulta. 

En ocasiones en los sueños de escuela regresamos a nuestra adolescencia psíquica para recuperar alguna cualidad, algún aspecto que  fue relegado a la sombra por no corresponder a nuestras necesidades de pertenencia y aprobación.  En la sombra puede haber entonces talentos y potenciales no desarrollados que exigen su reconocimiento en nuestra vida. 

El adversario o el dragón a vencer

En las historias la imagen relacionada con  el tesoro difícilmente alcanzable le provoca al héroe, a la vez,  miedo y fascinación.   

A nivel psicológico  las materias pendientes las podemos experimentar además de como deseos  también como miedos u otros sentimientos incómodos. 

Jung en este sentido manifestó “allí donde está tu miedo, está tu tarea” queriendo decir que aquello busca desplegarse en nuestra psique  se encuentra “custodiado” por algún aspecto que es percibido por el ego como hostil, como generador de miedo o culpa.

En los mitos el aspecto hostil con el que hay que enfrentarse para obtener “el tesoro difícilmente alcanzable” de la realización se representa como el dragón, el monstruo marino, las sirenas, el minotauro entre otros. 

Estos aspectos son manifestaciones de la sombra, de lo no consciente, de la vida no vivida. También de lo materno en su aspecto oscuro y devorador que nos incita a abandonar el mundo de lo ya conocido. 

Psicológicamente nuestros adversarios además del miedo y la culpa, pueden ser las voces internalizadas que nos envían mensajes de autodesprecio y minan nuestra confianza.

También  como parte de nuestro proceso de maduración es necesario batallar con hábitos y  conductas adictivas o autodestructivas.

En ocasiones en los sueños escolares experimentamos metafóricamente  estas batallas con nuestros adversarios interiores. 

Las materias como los obstáculos ineludibles

Se plantea que  lo inconsciente no solo promueve la transformación a partir de fenómenos psicológicos (emociones, afectos, pensamientos) sino también a través de la constelación de las circunstancias a las que nos vemos expuestos en la realidad externa (vínculos afectivos, separaciones, enfermedades, accidentes)

Las circunstancias confrontadoras  se suelen presentar en un principio de manera sutil pero pueden volverse cada vez más exigentes y desafiantes disminuyendo las posibilidades del nuestro ego para elegir confrontarse o no  con dichas circunstancias.

Los sueños en los que nos encontramos repetidamente en el escenario escolar, enfrentando un exámen una y otra vez, pueden estar relacionados con  la oportunidad de explorar y desplegar una actitud no desarrollada, de sanar una herida no suficientemente cerrada  o de acceder a  un punto de vista que previamente no habíamos tenido en cuenta.

Cuando soñamos con la escuela o la universidad desde la óptica de nuestro yo adulto, es posible también que estemos revisando experiencias pasadas con una perspectiva más madura y reflexiva. Este proceso de revisión nos capacita para dar nuevos significados a esas situaciones y comprenderlas desde una panorámica más amplia y profunda

Los pendientes familiares y colectivos

Jung planteó que en ocasiones nuestras patologías y nuestros  síntomas están  relacionados no solo con nuestra psique individual sino con  situaciones inconclusas de nuestros padres y antepasados, con nuestro sistema familiar.  Estos aspectos  inconscientes persisten como heridas familiares, como materias pendientes para todos los que hacen parte del sistema. 

Al respecto Jung manifestó «Siento muy fuertemente que estoy bajo la influencia de cosas o preguntas que mis padres, abuelos y ancestros más lejanos dejaron incompletas y sin respuesta. A menudo parece como si hubiera un karma impersonal dentro de una familia que se transmite de padres a hijos. Siempre me ha parecido que tenía que responder a preguntas que el destino les había hecho a mis antepasados ​​y que aún no habían sido respondidas, o como si tuviera que completar, o tal vez continuar, cosas que épocas anteriores habían dejado inconclusas”

Un sueño al que asistimos en la escuela con miembros de nuestra familia puede estar aludiendo a las materias pendientes que hacen parte de un sistema más amplió que el individual. 

El Anima Mundi o los pendientes globales

El ámbito de los aspectos pendientes, las heridas por sanar y las carencias por resolver se extiende progresivamente desde lo individual y familiar hacia la comunidad más cercana a la que pertenecemos, como nuestra ciudad y nación. Finalmente, se expande para abarcar a toda la comunidad humana como un colectivo global que nos incluye a todos.

 En la psicología junguiana se retoma en este sentido la imagen clásica del  Anima Mundi o  «alma del mundo».  Esta noción se relaciona con el planteamiento de Jung sobre lo inconsciente colectivo planteado como una  capa profunda de la psique que contiene patrones y arquetipos compartidos por toda la humanidad. 

El Anima Mundi  representa la totalidad de la psique humana, vinculando a todas las personas, las culturas y a toda la naturaleza en un nivel simbólico.

Para Jung, el alejamiento de la perspectiva simbólica propia de nuestra civilización  ha generado  un desequilibrio, una  crisis colectiva que exige la transformación de principios y símbolos básicos. Lo anterior se manifiesta como un estado de escisión, de fragmentación, de desorientación, que es a la vez síntoma y expresión de la transición a un nuevo orden.

Las materias pendientes como colectivo serían la sanación de la herida infringida hacia lo femenino durante el proceso civilizatorio. Lo femenino entendido como el ámbito que incluye a la naturaleza, al mundo sutil de lo  no visible pero operante, a la imaginación, la emocionalidad, el cuerpo, la intuición.  Estas materias pendientes colectivas se expresan y se retroalimentan en nuestros dramas  y conflictos individuales que se encuentran atravesados por estos pendientes colectivos.

La conciencia de fracaso

 El analista López Pedraza, pionero de la psicología arquetipal,  resalta como colectivamente estamos atravesados  por una actitud “titánica” que se manifiesta  como  una sobreidentificación y sobre valoración   del ego, de la consciencia,  la velocidad,  el crecimiento  y lo empírico; menospreciando en la misma medida,  lo inconsciente, lo simbólico, la emocionalidad, el cuerpo y la naturaleza, que son  considerados como algo inferior. 

Lo Titánico evoca la imagen de la desmesura  y la soberbia relacionadas con la fantasía infantil colectiva que anhela la experiencia de lo  ilimitado, lo eterno y lo todo posible.   Esta visión de mundo pretende suprimir  el sufrimiento, la debilidad,  la enfermedad y la muerte; convocandonos  a una búsqueda constante de entretenimiento anestesiante,  a un consumo insaciable por  lo novedoso, a una obsesión por el éxito y a un anhelo adictivo por  la perfección.

Esta ‘actitud triunfalista’, dice López-Pedraza altera el ritmo de la vida humana, promueve la superficialidad  y  una vivencia trepidante del tiempo que no deja momentos para la reflexión y la contemplación. Se privilegia entonces la imagen literalizada y superficial sobre la imagen simbólica, profunda y dinámica. 

En ocasiones quizás a l regresar en nuestros sueños a la escuela a presentar una y otra vez un examen en el que volvemos a fallar,  es la manera como la psique nos está promoviendo  lo que Lopez-Pedraza denomina la  conciencia de fracaso 

Para Lopez-Pedraza  la  conciencia de fracaso  nos promueve la reflexión, la contemplación y la lentitud que  resultan indispensables para la restauración de la auténtica naturaleza humana que  ha quedado eclipsada debido a la identificación unilateral  con un ego omnipotente.   

Nuestro ser verdadero se  concibe entonces como una unidad de opuestos, que abarca nuestras limitaciones, nuestros fracasos, nuestras debilidades  y nuestras pasiones irracionales. 

Lopez-Pedraza considera que  los versos del poeta venezolano Rafael Cárdenas en su poema “fracaso” dan forma a la imagen que quiso transmitir con referencia a la conciencia de fracaso.  El siguiente es un  fragmento de dicho poema

«Tú no existes.
Has sido inventado por la delirante soberbia.
¡Cuánto te debo!
Me levantaste a un nuevo rango limpiándome con una esponja áspera, lanzándome a mi verdadero campo de batalla, cediéndome las armas que el triunfo abandona.
Me has conducido de la mano a la única agua que me refleja.
Por ti yo no conozco la angustia de representar un papel, mantenerme a la fuerza en un escalón, trepar con esfuerzos propios, reñir las jerarquías, inflarme hasta reventar.
Me has hecho humilde, silencioso y rebelde.
Yo no te canto por lo que eres, sino por lo que no me has dejado ser. Por no darme otra vida. Por haberme ceñido. Me has brindado solo desnudez.

Daniel Ulloa Quevedo

Psicólogo Clínico – Psicoterapeuta Junguiano

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