Cuando los gatos visitan nuestros sueños: el simbolismo de lo felino arquetípico

 Diversas expresiones del mundo animal  suelen hacer presencia habitual en nuestros sueños. La imagen del  gato es una  de las más frecuentes  junto con la del perro y  la serpiente.

El gato  en nuestros sueños juega, corre,  pelea, nos persigue o es perseguido; nos rasguña o ronronea;  se encuentra débil o herido; acude el veterinario, come ratones o insectos;  en ocasiones nos habla en lenguaje humano, vuela  o  tiene algún otro superpoder. 

Las particularidades de nuestro gato onírico: su tamaño, su color, su raza;  los escenarios en los que se encuentra, sus interacciones con otros personajes,  las  situaciones que le suceden;  nos comunican de manera  metafórica  de algún aspecto en nuestra psique que  nos está: interpelando, cocinando, compensando, descomponiendo, sintetizando,  brindando una perspectiva no contemplada o  promoviendo una actitud no desarrollada.

El gato en el sueño  se encuentra  cumpliendo entonces  alguna función en el contexto del proceso de maduración de la personalidad que Jung denominó como individuación.

A la indagación sobre dicha funcionalidad o rol, así como hacia su potenciación,  estaría encaminado el trabajo interpretativo de los sueños desde la perspectiva junguiana. 

Es importante señalar que para Jung la imagen de los  animales en los sueños representa lo que no está asimilado aún a la consciencia.

Los animales oníricos se asumen  también como una expresión  del ámbito de lo  extrahumano, que incluye lo que se puede considerar inferior a la naturaleza humana, esto es,  lo susceptible de ser refinado o mejorado, y también lo supra humano, es decir, los  aspectos más elevados;  relacionados con lo divino o lo sagrado. Aluden entonces al cuerpo,  a los instintos pero también al  espíritu, a lo sutil. 

Los sueños como un «ritual natural«

Los sueños, desde la perspectiva de la psicología junguiana, son considerados como una especie “sustancias alquímicas” que brotan en nuestro interior, con  la peculiar   propiedad  de contribuir a: sanar  nuestra heridas, refinar aspectos de la personalidad susceptibles a ello, facilitar la asimilación de aquello que necesita y puede ser integrado, así como de promover el despliegue de nuestros potenciales psíquicos aun no realizados. 

Los sueños, se propone, funcionan como un “ritual natural” que se sucede en nuestra psique,  promoviendo  una iniciación, una  transformación, una maduración.

El trabajo interpretativo de los sueños nos permite visibilizar  qué es lo que está pendiente de realización en nuestra psique, esto es, aquello que está presionando por hacerse vida. Esta identificación nos permite colaborar de manera consciente con dicho proceso en lugar de resistirnos a ello.

El trabajo interpretativo

Los sueños están “escritos” en el lenguaje de la naturaleza. Para acercarnos a su comprensión- favoreciendo  así  su eficacia transformadora-  es necesario entonces un trabajo de traducción, de  interpretación, de contextualización. 

 El trabajo interpretativo es una actividad similar a la que se requiere cuando queremos entender un texto que se encuentra en un idioma que no conocemos. 

Desde la perspectiva junguiana se considera imprescindible indagar en primera medida por el contexto  de donde emergen las imágenes oníricas, esto es, conocer la actitud consciente del soñante, sus principales preocupaciones, las situaciones vitales relevantes por las que se encuentre atravesando, las impresiones diurnas significativas. 

Se considera que una de las maneras en actúan los sueños es a través de la compensación, es decir la corrección de los excesos, de las unilateralidades en nuestra psique.  El conocer la actitud consciente nos ubica  con respecto  a qué es lo que puede estar compensando determinado sueño. 

Posteriormente  es necesario  explorar  las asociaciones y resonancias  que nos evoca la imagen del gato específico de nuestros sueños.  Estas resonancias pueden encarnarse en   sensaciones físicas, emociones, recuerdos, imágenes relacionadas.

Las asociaciones y resonancias subjetivas  se amplifican y complementan posteriormente  con   imágenes de la mitología o de expresiones artísticas (películas, cuentos) con las que las podamos relacionar.  

La amplificación nos brinda una perspectiva más profunda sobre nuestros conflictos individuales.  Nos permite reconocernos en los cuestionamientos y vicisitudes que han acompañado a la humanidad desde sus inicios, además, nos brinda caminos posibles de acción basado en la sabiduría encapsulada en la filosofía perenne que atraviesa todas las expresiones culturales. 

Del gato se dice que tiene 7 o 9 vidas;  que puede reconocer cuando alguien está próximo a morir, que traen buena o mala suerte.  Hay varias expresiones que aluden a los gatos como cuando decimos “buscarle   4 patas al gato”, “se erizó como un gato”, “se baña más un gato”,  “le dieron gato por liebre”, “el gato y el ratón, amigos en la prisión”, “cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta”, “como perros y gatos”, “estar como gata en celo”. 

 En estas expresiones, creencias y refranes se recogen proyecciones simbólicas que la imagen del gato acoge y se constituye en un material complementario para la amplificación de sus imágenes. Además este material nos puede ayudar a trasladar las metáforas pictóricas del sueño a un lenguaje verbal.

 Los sueños no tienen «gato encerrado«

Lo simbólico para la psicología junguiana es la mejor expresión de un contenido no conocido. Los contenidos profundos, complejos, paradójicos y  dinámicos, que son a los que aluden los sueños,   no admiten una comunicación que no sea la simbólica. 

Para la psicología junguiana los sueños no tienen  “gato encerrado”, es decir, no  están ocultando u oscureciendo un contenido, sino que lo muestran y lo sugieren  a través de imágenes simbólicas que requieren ser traducidas. 

El trabajo con los sueños, desde la perspectiva junguiana, no se reduce a una especulación intelectual sobre los significados de las imágenes. Se propone más bien como una apertura a la afectación que nos provocan dichas imágenes,  en  una actitud  similar a la que nos disponemos cuando nos exponemos a una paisaje natural, un poema, una película, una pintura o cualquier otra  expresión estética. 

Es en la afectación emocional de las imágenes, acompañada de reflexión, en donde se considera que reside el potencial transformador del trabajo con los sueños. 

El gato como imagen

Los gatos y los felinos en general  han generado fascinación y misterio desde los comienzos de la humanidad. Es posible encontrar  imágenes felinas en mitologías, cuentos y expresiones artísticas de todo tiempo y lugar.

En la cultura popular contemporánea la imagen de los gatos se ha convertido en un icono muy divulgado y admirado  gracias a la difusión masiva de  memes, fotografías de «gatos famosos» o vídeos graciosos que se viralizan en las redes sociales digitales.  

La asociación simbólica más común, desde la perspectiva junguiana, a la imagen  del gato, es la referida a  la consciencia femenina, en su vertiente  oscura y lunar. Sin embargo, de manera similar a  la serpiente,  la imagen del gato se destaca  como un símbolo de gran ambivalencia, funcionando para representar aspectos tanto beneficiosos como malévolos, masculinos o femeninos, lunares o solares.

El gato como expresión del Sí-Mismo

Los  gatos   se  mueven de manera  elegante y fluida, su cuerpo es ágil, compacto y flexible.  Tienen un excelente sentido del equilibrio. Saben, a partir de sus instintos,  lo que tienen que hacer en cada circunstancia que se le presenta a lo largo de la vida.  

Jung en este sentido resalta como los animales  en general no padecen de la arrogancia propia de los seres humanos que en ocasiones  anhelamos ser lo que no somos. Ellos además no subutilizan sus potencialidades

La imagen de los gatos permite entonces acoger y reflejar la armonía, belleza y sabiduría de la naturaleza. Estos aspectos  tradicionalmente  han sido asociados con lo divino, lo sagrado, lo numinoso.

En el antiguo Egipto, por ejemplo, el gato fue un animal venerado, ya que se creía que era la encarnación de la diosa Bastet.

La diosa  Bastet, que tenía cabeza de gata o leona,  simbolizaba la luz, el calor y la energía solar. También,  relacionado a sus rasgos felinos, representaba el misterio, la noche y la luna. Se creía que Bastet tenía  incidencia en la fertilidad, en la sanación y velaba las almas de los muertos. 

Los gatos eran muy cuidados y protegidos por los egipcios, y muchos de ellos fueron momificados y enterrados junto a sus dueños.

El gato en nuestros sueños puede ser entonces una representación de lo arquetípico primordial, de la fuente natural creativa que incide en todo lo manifestado. Dicho  aspecto ha sido nombrado en  el pensamiento oriental  como Tao; en la psicología junguiana corresponde  al Sí Mismo o Self.

 El «Sí Mismo» es el  arquetipo que representa la totalidad en la psique humana, incluyendo tanto los aspectos conscientes como los inconscientes. Se considera que opera como una especie  de centro o núcleo de la personalidad que busca la integración de todas las partes constituyentes de la psique y  también promueve la realización de nuestro potencial más elevado.  Se concibe como un factor de transformación, complejización y sentido. Es la expresión de lo numinoso, de lo absoluto, de lo “sagrado” en sus aspectos tanto luminosos y oscuros. 

El gato en nuestros sueños  puede actuar en  nuestra psique como un factor de autorregulación: modulando excesos, compensando unilateralidades, aportando el punto de vista de la sabiduría acumulada en la naturaleza en millones de años de evolución

El gato puede hacer presencia en nuestro sueños también para advertirnos de  que estamos desaprovechando nuestras potencialidades o pretendiendo ser lo que no somos. 

Los gatos como complejos afectivos

Los complejos afectivos pueden entenderse como  núcleos emocionales, revestidos de  imágenes y fantasías, que giran en torno a una temática específica.

Los complejos operan en nuestra psique como una especie de sub-personalidades, que con cierto grado de autonomía,  perturban nuestra conciencia. Se comportan como “trozos” de nuestra historia que inciden en  nuestras motivaciones y miedos, en la manera como percibimos la realidad.

Jung describió los complejos afectivos como “los intrusos que hacen que la gente ría cuando no debe, y que llore cuando no debe”, los consideró como los guionistas, actores y escenarios de nuestros sueños. A través de los  complejos es también como se experimenta y encarna lo arquetípico en  cada individuo.

Los gatos de nuestros sueños se pueden interpretar en ocasiones como la representación de algún complejo inervado, esto es, la expresión metafórica de algún patrón de relación no consciente, de una herida aun no sanada, de un potencial no realizado.

La imagen del gato puede funcionar muy bien para representar, por ejemplo, un patrón de vínculo evitativo o ansioso; un complejo de superioridad o inferioridad, una avidez felina desmesurada, un complejo materno positivo o negativo, anhelos de venganza o manipulación, actitudes defensivas de sumisión entre muchos otros.

 El trabajo con los sueños pretende disminuir la inervación avasalladora de los complejos, mediante su integración. Cuando esto sucede el efecto “hechizante” de los complejos se reduce. Ganamos entonces dosis de libertad,  nos encontramos menos condicionados por las huellas del pasado, mientras seguimos siendo receptivos a la orientación de lo inconsciente arquetípico. 

Los complejos cumplen una función adaptativa cuando se expresan en su justa medida y en las circunstancias apropiadas.  La búsqueda de esa “justa medida”, es uno de los objetivos que se propone la psicoterapia desde la perspectiva junguiana.  

El gato como representación  de la consciencia femenina denostada

Al gato se le ha percibido   tradicionalmente como amante del placer.  Por su manera de moverse y de caminar, que se considera sensual,  se le ha  relacionado con lo erótico, con lo dionisiaco,  con la seducción.  La forma en que mueve la cola, se ha considerado como hipnótica, con la capacidad de hechizar. Se le ha relacionado entonces con la magia y lo oculto.  

Varias de estas características que se le han atribuido al  gato se le  atribuyen  de manera similar  a  lo femenino arquetípico.  En ocasiones, el término «gata» ha sido  utilizado como argot para nombrar a  una mujer que se percibe como seductora, llamativa o perturbadora, la  “femme fatal”

Maria Luisa Von Franz y Barbara Hannah, destacadas autoras de la primera generación de analistas que colaboraron  estrechamente con Jung;  exploraron de manera profunda  acerca de la simbología de los animales en los sueños y los cuentos de hadas.  

Ambas analistas coinciden en resaltar  que la imagen del gato suele estar asociada en multiplicidad de  culturas a la consciencia femenina en su vertiente oscura, telúrica y lunar.

Von Franz menciona, en este sentido; que en el periodo tardío del antiguo Egipto, la diosa Bastet  fue asociada con Artemisa,  diosa virgen de la naturaleza en la mitología griega, conocida por su conexión con la fertilidad y el parto. En ciertos pasajes se menciona que Artemisa se transformó en un gato para encontrar refugio en la luna. Von Franz señala también los  vínculos del gato con la diosa Hécate, sacerdotisa del mundo sutil, de la magia y del  inframundo.

Lo femenino arquetípico y la imagen del gato  se consideran entonces relacionadas con el ámbito de la naturaleza lunar  y sombría, con lo  instintivo y  lo intuitivo;  con el mundo sutil; con la tierra, el cuerpo, la sexualidad,  la emocionalidad.   Se considera que estos aspectos, bajo la mirada patriarcal que ha predominado durante los últimos 4000 años, han sido  percibidos como hostiles, salvajes, demoníacos y perturbadores, siendo entonces denostados y reprimidos.

En la edad media  la represión de lo femenino arquetípico se manifestó en la persecución de las brujas y también de los gatos,  con los que se les relaciono. Lo anterior tuvo como consecuencia el asesinato, tortura y sacrificio   de miles de mujeres y  de gatos.

 Para Von Franz, la persecución a las brujas “fue también una persecución a la autonomía psicológica de las mujeres..La proyección cayó especialmente sobre el gato negro…que todavía se dice que trae mala suerte cuando se cruza en el camino” mencionó. 

Se propone que  la presencia  de la  imagen del gato en la mitología, en el arte y en nuestros sueños puede ser una manifestación del  movimiento compensatorio de la psique como respuesta al desequilibrio colectivo generado por la represión de lo femenino arquetípico bajo la predominancia unilateral del pensamiento racional, mecanicista y positivista. 

 El movimiento compensatorio se manifiesta como una reivindicación de la imaginación, de la intuición, de la emocionalidad, del cuerpo, del reconocimiento de la naturaleza como un organismo vivo del que hacemos parte, de la necesidad de asumir  los ciclos naturales que nos rigen. 

Von Franz sugiere en este sentido que la estructura general de la mayoría de los cuentos de hadas “parece señalar un problema en la que hay una actitud masculina dominante que carece del elemento femenino, y la historia nos cuenta cómo la mujer desaparecida es criada y restaurada”

El gato en nuestros sueños puede estar actuando entonces como un factor compensatorio que nos promueve la reconexión con la feminidad reprimida. Puede hacer presencia también cuando necesitamos actualizar nuestras fuentes de disfrute, de sentido  y significado en nuestra vida. 

El gato y la dialéctica de polaridades de la psique

En la psicología junguiana, la noción del «Self» se relaciona  con la búsqueda de totalidad y plenitud que se considera inherente a la condición humana.  Se asume  y representa como una coincidencia de polaridades:  frío/cálido, superior/inferior, espíritu/cuerpo, cielo/tierra, fuego/agua, brillante/oscuro, activo/pasivo, volátil/sólido, precioso/común, bien/mal, abierto/oculto, este/oeste, vivo/muerto, masculino/femenino, sol/luna. 

Jung sostiene que el proceso de individuación implica el desarrollo y la reconciliación de las polaridades internas constitutivas.  La energía para el desarrollo y maduración de la personalidad emerge de la tensión entre dichas polaridades. Se considera que los aspectos que componen una polaridad conforman una unidad interdependiente.

Se plantea que  el desarrollo de la consciencia, esto es, la madurez de la personalidad se encuentra relacionado con la capacidad de asumir paradojas cada vez de una mayor complejidad;  de poder percibir la unidad que subyace a las polaridades; lo uno y lo otro como relativos e interdependientes.  

Para Jung, los sueños, las fantasías, los síntomas psíquicos, son los modos en los que la psique procura desplegar la complejidad de la psique y la expresión integral de las polaridades internas que nos constituyen.

La imagen del gato sirve de proyección de diversas polaridades  de la existencia. Su aparición en los sueños puede funcionar como el juego de los aspectos polares que en afectación recíproca tienden hacia  una síntesis superior en nuestra psique.

 A continuación se describen algunas de las polaridades con las que se le ha revestido a la imagen del gato.  

Vida-muerte, salud-enfermedad.

El gato dedica gran parte de su tiempo a acicalarse y limpiarse su pelaje con la lengua, por lo anterior,  ha sido asociado  en ocasiones con la limpieza y la meticulosidad. 

En algunos cuentos  de hadas, el gato, a menudo actúa como liberador de los oprimidos, utilizando su astucia e ingenio para derrotar a los poderes de la oscuridad.

La imagen del gato, especialmente la del gato blanco, se ha relacionado en diversas tradiciones con divinidades que ejercen influencia en aspectos vinculados a la vida y la salud, como: la fertilidad, el embarazo, el parto y la sanación. Históricamente, además, los gatos han desempeñado un papel fundamental en el control de las poblaciones de roedores en diversos momentos y lugares.

Paralelamente, al gato también se le relaciona con aspectos opuestos, como el desorden, la suciedad, o los parásitos En este sentido, es conocida la resistencia de los gatos a bañarse o a mojarse de cualquier manera.

La imagen del gato ha sido asociada entonces también con  la transmisión de enfermedades y con la muerte. Aún hoy sigue estando activa la creencia de que los gatos pueden percibir la proximidad de la muerte. 

La psicología junguiana  retoma  la idea  arraigada en diversas tradiciones, que asume que la vida y la muerte, así como la salud y la enfermedad, no representan fuerzas opuestas e irreconciliables, sino más bien aspectos cíclicos, intrínsecos y necesarios  en los procesos  renovación de la naturaleza y de la existencia  humana.  

En la psicología junguiana, nuestras patologías,  nuestros síntomas, son los intentos de la psique para restaurar y promover la armonía interna, el crecimiento y la maduración que se han desviado de sus caminos naturales. 

El gato en nuestros sueños puede ser  la  representación de un síntoma, de una enfermedad que como, psicopompo o  guía de almas, no acompaña en el viaje por los valles donde “hacemos alma”, como lo nombra James Hillman.

La  muerte, en el ámbito psíquico,  tiene que ver con la necesidad del desprendimiento de antiguas formas de ser que han dejado  de ser funcionales, como requerimiento indispensable para la emergencia de nuevas posibilidades. 

El gato en nuestros sueños, con sus 7 vidas, nos puede estar acompañando en los tránsitos necesarios de muerte y renacimientos simbólicos que hacen parte de los procesos  de actualización  de la personalidad. 

Buena suerte- mala suerte

La imagen de los gatos ha estado relacionada en algunas tradiciones  con la prosperidad y la riqueza. En algunas historias aparecen como  guardianes de tesoros.

En Japón, los Maneki-neko, comúnmente conocidos como «gatos de la suerte» son bastante populares, se les atribuye el poder de atraer la buena suerte y fomentar la prosperidad en los hogares y establecimientos comerciales. Entre los marineros japoneses, los gatos y sus imágenes  son empleados como talismanes para alejar a los malos espíritus de las profundidades marinas.

El gato negro, por su parte, ha sido percibido de manera desfavorable en diversas culturas, siendo considerado un presagio de desgracia y asociado con conceptos como la traición, el robo, incluso la personificación del mal.

La cola del gato negro era vista como el instrumento que el diablo utilizaba para hechizar y subyugar la voluntad de las personas. Tal era el temor con los que se les asoció  que los marineros europeos evitaban mencionar la palabra «gato» por temor a provocar naufragios. Estas creencias llevaron, en ciertos períodos históricos, a la persecución y al sacrificio de gatos.

Para Barbara Hannah la noción de la buena suerte o la mala suerte se encuentra relacionada con estar en armonía o desarmonía con nuestro inconsciente.  Cuando nos “levantamos con el pie izquierdo..estamos irritables y de mal humor, así que tendremos un efecto desintegrador con el medio ambiente», mencionó. La buena suerte sería entonces estar en armonía con el Tao, con lo inconsciente creativo, con el Sí Mismo; la mala suerte, por consiguiente, cuando estamos en desarmonía con él. 

Se plantea que el Sí-Mismo actúa como una especie de duende o Daemon, que incide  en las oportunidades que se presentan en la vida , en las puertas que se cierran,  en las zancadillas, en los triunfos, en las derrotas; en las sincronicidades.  

El Sí Mismo se puede entender como el “tejedor de nuestro destino”, del camino necesario para nuestra realización, para la encarnación de nuestro mito personal, nuestro particular “llamado”.

En muchas ocasiones nuestro ego consciente  se expone a circunstancias que considera desafortunadas porque le frustran en sus expectativas.  Sin embargo, con el tiempo, nos es posible reconocer que  dichas circunstancias a la larga permitieron un encuentro o una oportunidad afortunada que no se encontraba en nuestros planes conscientes, y que contribuyeron al despliegue de actitudes o perspectivas fundamentales para nuestro desarrollo personal.

 El gato en nuestro sueños nos puede ayudar a relativizar aquello que consideramos buena o mala suerte, aportándonos una visión más amplia de las circunstancias con las que nos confrontamos.  

El gato onírico nos puede hacer caer en cuenta que quizás estamos  tozudamente procurando forzar la realidad hacia nuestras expectativas, y nos invita a la escucha de la voz del alma, al reconocimiento de los anhelos profundos de nuestro ser.

Madre cuidadora-madre devoradora

Las gatas son reconocidas por su dedicación al cuidado y protección de sus crías. Exhiben una fuerte naturaleza protectora, eligiendo cuidadosamente un lugar tranquilo y seguro para dar a luz y mostrando comportamientos agresivos ante posibles amenazas cercanas a sus crías. Después del parto, la madre se ocupa con meticulosidad de sus gatitos, facilitando la estimulación de su respiración y alentándolos a comenzar a mamar.

La función de las gatas madres resulta vital en la transmisión de habilidades fundamentales de supervivencia a sus crías, entre las cuales se destacan la caza y el autocuidado.. Es posible observar  a las gatas transportando a sus gatitos en la boca para instruirlos en estas actividades.

El instinto maternal de las gatas se puede extender incluso en el cuidado de otras especies,   pudiendo hacerse cargo de crías de perros, ardillas, conejos y hasta ratones. 

 La imagen del gato acoge entonces de manera profunda la proyección de lo materno arquetípico en su aspecto cuidador y nutritivo.

Las gatas  a su vez pueden  funcionar también  para la proyección de lo materno  en su aspecto limitante, frustrados, perturbador  o devorador. 

A través de juegos y actividades, la madre enseñará a sus crías los límites adecuados para su comportamiento, lo que  puede incluir correcciones  en forma de gruñidos o golpes suaves. 

Llegado un cierto momento  del  proceso madurativo de sus gatitos,  la  gata comienza a manifestar signos naturales de desapego. Puede comenzar a rechazar la presencia constante de sus crías,  alejándose de ellos o incluso emitiendo fuertes gruñidos para señalar que es el momento de que  empiecen a explorar y cuidar de sí mismos.

 En la naturaleza, las gatas madre gradualmente «expulsan» a sus gatitos a medida que estos desarrollan mayor independencia.

Él macho adulto del gato, como otros felinos, puede matar a las crías para que la hembra entre en celo más prontamente. 

 El gato en nuestros sueños nos puede entonces nutrir de lo materno arquetípico en su aspecto luminoso y cuidador.  El registro de ese aspecto es lo que nos permite sentir que tenemos un lugar en el mundo, que somos acogidos, que pertenecemos, que somos dignos de ser amados por el hecho de existir. Nos brinda la confianza básica hacia el mundo y hacia nosotros mismos.  

El gato en nuestros sueños también se puede comportar como la madre que expulsa, que asfixia, que nos invita a salir del mundo conocido para explorar el propio camino.

El aventurarnos a ser lo que genuinamente somos implica asumir riesgos y soltar algunos de nuestros referentes de apoyo, alejarnos de los lugares familiares que ya no corresponden a nuestro actual desarrollo.

 

Autosuficiencia – vulnerabilidad. 

A los gatos  se les suele percibir  como criaturas que actúan a su antojo, haciendo lo que quieren en el momento que lo desean. En comparación con los perros, se sostiene que los gatos domésticos exhiben un comportamiento notablemente más independiente y menos sumiso en sus interacciones con los humanos.  Ellos desafían constantemente los límites que se le establecen y se muestran reacios a obedecer órdenes. Se plantea, por ejemplo, que los gatos reconocen su nombre, pero en muchas ocasiones deciden no atender a los llamados. También que parecen tener mucho menos deseos de agradar que los perros. 

Se observa que los gatos disfrutan  de sus momentos de juego en solitario.  Demuestran ser cazadores altamente eficientes  para conseguir su sustento. La limpieza de su pelaje que realizan con su lengua los hace ser vistos como  responsables de su propia higiene.  

Por todo lo anterior los  gatos suelen ser  percibidos  entonces  cómo independientes y con  la capacidad para cuidarse a sí mismos en gran medida. Se les suele asociar  con la libertad, la autosuficiencia; con el orgullo y la confianza propia. 

Barbara Hanah apunta que al gato hay que amarlo como lo que  es y no tratar de quitarle su naturaleza gatuna “En ese sentido, los gatos pueden enseñarnos mucho en nuestras relaciones con otros seres humanos” señaló

Los gatos, sin embargo, también se perciben en ocasiones como  asustadizos y temerosos, ya que se esconden  por ejemplo cuando se exponen a personas o a animales desconocidos.  También son vistos como dependientes y anhelantes de  la atención y dirección de las personas con las que conviven. Se  les puede asociar entonces también con aspectos  complementarios a la autosuficiencia  es decir, la  dependencia, la vulnerabilidad, la timidez, la docilidad, la ternura.

La imagen del gato en nuestros sueños puede estar promoviendo el equilibrio apropiado entre la capacidad de establecer vínculos profundos y comprometidos, manteniendo nuestra individualidad y la escucha  a las propias necesidades.  

El gato sirve de imagen para la conjunción necesaria entre el orgullo por el reconocimiento de las propias capacidades y la humildad de reconocer nuestras limitaciones. Entre la autosuficiencia y la posibilidad  de recibir y pedir apoyos cuando sea necesario. 

Calor-Frío

A los gatos  se les considera igualmente como más “salvajes”, feroces y depredadores que los perros. Se calcula que la domesticación de los gatos se empezó a dar hace unos 7000 años en el antiguo Egipto mientras que existen evidencias de la domesticación de los perros desde la edad de piedra.

Se señala que los gatos tienen la capacidad de adaptarse de manera más adecuada  a una vida silvestre, es decir que si son  abandonados pueden regresar rápidamente a un estado salvaje en el que pueden sobrevivir.

A los gatos y a los felinos  se les suele  percibir entonces en ocasiones  como emocionales,  de “sangre caliente” desafiantes, reactivos, rencorosos, incluso vengativos.

El gato también es en ocasiones asociado a la polaridad complementaria.  Se le percibe como “frío” emocionalmente, insensible, que se vincula de manera cariñosa solo por su propio interés. Barbara Hannah señala en este sentido que el  gato fue maldecido por no llorar por la muerte de Buda.

Por su capacidad de cazar al acecho, de engañar a sus presas haciéndose el dormido,  se les relaciona también con la capacidad de la autocontención emocional.  

Para Jung, el fuego de las emociones, es la energía de la transformación.  No hay movimiento, ni creatividad sin emoción. Como el fuego, además de calor, las emociones aportan luz, consciencia. Sin embargo, se resalta que el  fuego descontrolado, como las emociones desbordadas , se tornan nocivas,  destructivas.

En nuestros sueños, el gato puede desempeñar el papel de un maestro Zen que nos orienta y ejercita  para reconocer y responder adecuadamente a  las situaciones en las que la frialdad o el distanciamiento emocional son convenientes o incluso necesarios; sin que esto menoscabe nuestra capacidad de empatía, de ser afectados,   de asombrarnos con los estímulos del entorno. 

En ocasiones el gato en nuestros sueños  podría ser la forma en que nuestra psique nos impulsa a expresarnos con firmeza o incluso con ira cuando las circunstancias lo requieren, sin que ello signifique renunciar a la posibilidad de mostrarnos y relacionarnos desde nuestras vulnerabilidades cuando las circunstancias así lo permitan.

Actividad-receptividad

Los gatos tienen un cuerpo ágil, musculoso, compacto y flexible.  Son  excelentes escaladores, poseen un agudo sentido del oído y de la vista. Les gusta jugar, explorar y  saltar. Por lo anterior se les puede asociar con el disfrute del movimiento y de la acción.  

A la vez, como suelen dormir en durante el día y  le gusta pasar tiempo cobijados por el sol, se  le puede asociar también con  la pereza, la lentitud, la pasividad,  la contemplación.

El gato en nuestros sueños nos puede estar promoviendo el adecuado equilibrio entre el espíritu egoico y heroico que idea proyectos, que hace uso de la fuerza de voluntad para conseguir los objetivos que se propone; con la disposición a reconocer la influencia de los aspectos  no conscientes en nuestra vida. La apertura a los influjos de la fuente creativa primordial implica silencio, contemplación, el arte del dejar sucedan las cosas, el Wu Wei de la filosofía oriental.

El objetivo del trabajo analítico junguiano es desarrollar una comunicación e interacción fluida entre el ego y el sí mismo, en donde el ego reconoce que no es el centro de la psique.

Extroversión-Introversión

Al gato se le puede percibir  como comunicativo y extrovertido ya que expresa una amplia gama de emociones a través de sus maullidos,  sus gestos y su  postura. En estado silvestre caza y juega en colaboración con otros gatos.  

Los gatos domésticos en ocasiones se esconden para no relacionarse con personas o animales con los que no tienen confianza.  Algunos de sus gestos y posturas pueden resultar enigmáticas e inescrutables.  El gato se le puede percibir también como reservado, solitario,  introvertido.  En la literatura y el cine se suele utilizar la imagen del gato para favorecer una atmósfera de misterio. 

La introversión y la extroversión son dos tipos de actitudes de la personalidad descritas por  Jung. La introversión se caracteriza por la orientación hacia los procesos internos del sujeto, como sus pensamientos, sentimientos y fantasías. La extroversión, por el contrario, se caracteriza por la orientación del interés hacia el objeto externo, como el mundo material, las personas y las situaciones. 

Se considera que cada persona  tiene una inclinación natural  hacia alguna de estas actitudes. Sin embargo, como efecto del anhelo y tendencia  de la psique hacia el despliegue de totalidad e integralidad, a lo largo de la vida estas tendencias se van matizando, complementando, y afectando recíprocamente. 

El gato en nuestros sueños puede hacer parte de este proceso de búsqueda de armonía entre nuestras tendencias  introvertidas y extrovertidas, entre nuestro mundo interior y el exterior, entre nuestro intereses y los interés  del colectivo.

Estabilidad-labilidad 

Los gatos son conocidos por el fuerte vínculo que establecen con su espacio de seguridad, con sus lugares de  descanso, con su hogar, con su territorio.   Su capacidad para encontrar el camino de regreso  a casa en largas distancias es legendaria. Se sugiere que el lazo territorial de los gatos puede ser en algunas ocasiones, aún más robusto que su conexión con las personas con las que conviven.

Los gatos son percibidos también  como criaturas de hábitos y rutinas, en relación a sus comidas,  sus juegos o  posturas.   Esta percepción los vincula con cualidades como la estabilidad, la constancia,  la inflexibilidad o la terquedad. 

En contraste con lo anterior, los gatos  son  conocidos también porque  disfrutan  deambulando, recorriendo calles y tejados. Se les percibe  como de  ánimo cambiante: pueden mostrar cariño y afecto en un momento y, al siguiente, actuar de manera distante o incluso agresiva.  Les gusta tirar objetos. Estos aspectos permiten que se les asocie también con la flexibilidad, la labilidad emocional, con la inconstancia, el desorden o el caos. 

En la psicología junguiana se destaca que en nuestra psique conviven dos tendencias fundamentales: una conservadora, cuyo objetivo es preservar las estructuras ya establecidas, y otra, igualmente poderosa que nos incita al movimiento, a incorporar lo novedoso. 

La tendencia conservadora se percibe subjetivamente como miedo a lo desconocido. Se manifiesta como replicación de patrones de acción, de pensamiento, de reacción; como una fijación a lo que nos resulta familiar.

La pulsión creativa por su parte nos permite actualizar nuestras estructuras psíquicas y adaptarnos a las nuevas circunstancias que nos propone el entorno.

Se requiere un equilibrio dinámico entre la pulsión conservadora y la pulsión creativa para un funcionamiento psíquico adecuado. Un exceso de conservadurismo puede petrificarnos, mientras que un movimiento excesivo impide la formación de estructuras.

En nuestros sueños, la presencia del gato podría proporcionarnos la dosis necesaria para inclinarnos hacia una u otra tendencia, adaptándonos y respondiendo a las necesidades particulares de nuestro momento vital

El aspecto mercurial del gato

Los gatos son animales crepusculares,  es decir, que cuando están más activos es durante el anochecer y el amanecer.

Lo crepuscular se asocia a lo liminal, lo que se encuentra entre  los umbrales; aquel momento de tránsito,  cuando no se ha acabado de desvanecer por completo un estado ni ha emergido el siguiente.  La media noche, los cruces de camino, el fin de año, los aniversarios, la adolescencia,  son ejemplos de momentos y espacios liminales. 

Lo liminal ha sido tradicionalmente relacionado con lo mágico, con las sincronicidades, con los momentos de conexión entre el mundo interno y externo. 

Es frecuente la asociación de la imagen de los gatos con el misterio, lo  oculto,  lo  místico y lo sobrenatural. En muchas historias, los gatos han sido retratados como compañeros de figuras siniestras o seres que habitan en el submundo. Se les ha  atribuido  un carácter mercurial  o hermético, siendo  considerados  como mediadores entre el mundo visible e invisible.  Los gatos por lo tanto se les relaciona con la intuición, la clarividencia, y la magia. 

Jung propuso que las personas tienen cuatro funciones psicológicas principales: pensamiento, sentimiento, sensación e intuición. Cada individuo tiende a favorecer una de estas funciones, lo que contribuye a la formación de su tipo psicológico.

La intuición, según Jung, se caracteriza por captar patrones, posibilidades y conexiones que van más allá de la información tangible y evidente. 

El gato en nuestro sueños nos puede estar promoviendo una mirada poética o simbólica sobre algún aspecto de nuestra vida. Nos puede puede invitar a percibir de manera paradójica lo que se nos presenta como una contradicción. El gato puede estar sirviendo de puente, de símbolo entre ámbitos aparentemente irreconciliables.

El gato puede estar funcionando también como guía o psicopompo en el inframundo, espacio que  Hillman consideró como ámbito de los sueños. 

Resiliencia: la restricción como motor de transformación

A lo largo de la evolución, los gatos domésticos y sus antecesores silvestres  han desarrollado características que les permitieron prosperar en diversos hábitats, desde bosques y praderas hasta terrenos rocosos. Sus eficaces instintos de caza les permiten adaptarse a diferentes entornos alimentarios. Su pelaje  presenta patrones y colores que les permite mimetizarse con su entorno lo que les proporciona una ventaja en la caza y la protección contra sus depredadores. Además los gatos tienen una capacidad asombrosa para caer, adaptar su postura  y aterrizar sobre sus pies absorbiendo el impacto de la caída; quizás por ello, se les atribuye el contar con 7 vidas. 

Por lo anterior los gatos en nuestros sueños funcionan de manera apropiada para representar nuestros recursos internos para  la resiliencia, esto es la capacidad de la psique para autosanarse, para sobreponerse al impacto de las circunstancias adversas   deviniendo en seres con mayores capacidades que con las que contábamos antes de dicha experiencia.

 La resiliencia nos permite reconstruirnos  desplegando estrategias de afrontamiento que se convierten en activos psíquicos, en habilidades de gestión emocional  con las que contamos para lidiar con futuras adversidades.  

La  notoria capacidad de recuperación y fortalecimiento de la psique  luego de una experiencia adversa Jung la describió a partir de la imagen del ave Fénix.

 A esta criatura mitológica se le atribuye la capacidad de levantarse majestuosamente de las cenizas de su propia destrucción. Se decía del Fénix que sus lágrimas tenían propiedades curativas, que tenía una fortaleza física extrema, que controlaba el fuego y poseía una sabiduría infinita. 

Para Jung “El inconsciente siempre trata de producir una situación imposible para forzar al individuo a exteriorizar lo mejor de sí mismo. Si uno no lo intenta, no se completa, no se realiza”   Se destaca en este sentido que  usualmente  el desarrollo de nuestros potenciales y la maduración de nuestra personalidad no ocurre como resultado de la voluntad consciente de nuestro ego  sino que son el fruto de demandas o exigencias  provenientes bien sea de  circunstancias  internas o  externas al individuo. 

Las restricciones  y las limitaciones nos conmueven, despiertan  el fuego de la emoción, que nos cocina y  nos refina, nos aporta luz y conocimiento.  Para Jung  las emociones son la energía para la transformación.  Sin la exposición a la frustración no hay exigencia de despliegue de pensamiento, de fantasía, de símbolo, de mundo interno.

El gato enfermo

Para Hillman, todo aquello que aparece herido, enfermo o muriendo en los sueños es un contenido que nos guía hacia la Casa de Hades, hacia el inframundo.  Estas imágenes “son las que implican un cambio en nosotros, y por ello desempeñan la labor de psicopompo”.  Las imágenes patologizadas según Hillman son las que tienen mayor potencial en el proceso de hacer alma

Desde la perspectiva junguiana, los síntomas, las enfermedades se consideran aspectos que vienen a romper con la estabilidad ya alcanzada de la psique, para promover, la integración de aspectos excluidos o no desplegados en el antiguo orden. 

Un gato herido o enfermo en nuestros sueños pueden estar reflejando, como los cuentos en los que aparecen reyes enfermos, aspectos psíquicos que han sido dominantes en nuestra psique y que entran un necesario movimiento de renovación y actualización.  Las particularidades del gato de nuestros sueños, nos darán pistas de qué cualidad o aspecto interno es lo que se encuentra en proceso de actualización.

El gato muerto o sacrificado

En ocasiones en nuestro sueños el gato muere por alguna circunstancia o es torturado o despellejado.

Von Franz señala  cómo  en muchas historias  a pesar de que el animal funciona como ayudante y guía resulta que al final es mutilado o sacrificado.  Menciona en este sentido que “a menudo, al final de una historia el animal servicial – el zorro, por ejemplo en el cuento de los Grimm -El pájaro dorado- pide al héroe que le corte las patas y la cabeza. Cuando el héroe lo hace con el corazón pesado, un príncipe encantado se levanta del cuerpo del Zorro”

Von Franz,  propone interpretar el sacrificio del animal como “la revelación repentina del significado espiritual que parece estar detrás de la «corrección» del instinto animal”.   Así mismo resaltó cómo las personas necesitan seguir sus pulsiones internas pero en cierto momento de la vida también hay una exigencia para  que estas pulsiones sean de cierta manera “sacrificadas”

En este mismo sentido, Barbara Hanna plantea que para extraer el “oro” de las emociones que están en el instinto, es necesaria la diferenciación con dicha emoción para no «sucumbir» a la  identificación con ellas.

La muerte o el sacrificio del gato puede aludir al trabajo psíquico necesario  para que la emoción  no se manifieste de manera desbordada, ciega o avasalladora.  La manifestación refinada, creativa de nuestras emociones  implica “sacrificar” la satisfacción inmediata de la pulsión. Ello implica  el cultivo de la contención, de la actitud reflexiva, la no identificación con las emociones.

Para Jung demasiada animalidad lacera nuestro aspecto cultural, y demasiada civilización lacera nuestra animalidad.  Se propone entonces la disposición a mantener un diálogo entre nuestra consciencia y los aspectos inconscientes, entre el ego y el Si Mismo.  Lo anterior implica sostener  y soportar una tensión creativa entre estos aspectos evitando sucumbir al intento de sometimiento o sofocación de alguno de ellos. 

Von Franz propone la imagen de la  zona intermedia creativa  con la imagen de los animales con aspectos humanos “El Gato con Botas es un gato con un punto de vista humano. Al ponerse las botas, se ha desidentificado a sí mismo con sus instintos de gato ciego, elevándose por encima de su  participación mística con toda la naturaleza. Presumiblemente fue este destacamento lo que le permitió  resistirse a comer las perdices y, sin embargo, con su cabeza de gato estaba mucho más cerca de una fuente de conocimiento absoluto de lo que los seres humanos modernos alguna vez están”

Lo que se propone desde la perspectiva junguiana es entrar en relación con nuestros gatos internos para que trabajen con nosotros en lugar de que actúen de manera autónoma, a nuestras espaldas.

Daniel Ulloa Quevedo

Psicólogo Clínico – Psicoterapeuta Junguiano

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Referencias Bibliográficas

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Hillman, J Estar infestado Traducción Alejandro Chavarria en https://alexchrojo.wordpress.com/2023/10/08/estar-infestado

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